jueves, 27 de noviembre de 2025

La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio


Sergio Vila-Sanjuán escribe en Una heredera de Barcelona: “Mi favorita es la de Cicerón, obra de Agapito Vallmitjana, que me hace pensar siempre en dos de sus frases. Cedant arma togae, “que se rindan las armas a la toga”, tan necesaria y tan poco escuchada aquellos días, y “la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”. 

Siempre hay que tener un deseo ante los ojos


Fabio Geda escribe en En el mar hay cocodrilos: Naces en Afganistán en el lugar equivocado y en el momento equivocado, puedes estar seguro que aunque seas un niño ágil como una cabra puede haber alguien que reclame que tu vida le pertenece. Sobre todo si tu padre muere mientras trabaja para un hombre poderoso y la mercancía del camión que conducía se pierde. En ese caso, puede que, para evitar que te capturen, tu propia madre te diga que tenéis que salir de viaje y te lleve a Pakistán, donde, tras hacerte prometer que te convertirás en un hombre de bien, te abandone a tu suerte.
A los diez años, incluso si tu madre, antes de dormirte, te ha cogido la cabeza, la ha estrechado contra su pecho un rato largo, más largo que de costumbre, y ha dicho que tres cosas no debes hacer jamás en la vida, Enai jan, por ningún motivo. La primera es tomar drogas. Algunas tienen un olor y un sabor bueno y te susurran al oído que sabrán hacerte sentir mejor de como nunca te sentirás sin ellas. No las creas. Prométeme que no lo harás. Prometido. La segunda es usar armas. Aunque alguien dañe tu memoria, tus recuerdos, tus afectos, insultando a Dios, a la tierra, a los hombres, prométeme que tu mano jamás empuñará una pistola, un cuchillo, una piedra, ni siquiera un cucharón de madera para el qhorma palaw, si ese cucharón de madera sirve para herir a un hombre. Promételo. Prometido. La tercera es robar. Lo que es tuyo te pertenece. Lo que no es tuyo, no. El dinero que te haga falta, lo ganarás trabajando, aunque el trabajo sea fatigoso. Y nunca engañarás a nadie, Enai jan, ¿verdad? Serás hospitalario y tolerante con todos. Prométeme que lo harás. Prometido. Sí. Incluso si tu madre dice cosas como éstas y luego, levantando la mirada hacia la ventana, empieza a hablar de sueños sin dejar de hacerte cosquillas en el cuello, de sueños como la luna, a cuya luz es posible comer, por la noche, y de deseos, que siempre hay que tener un deseo ante los ojos, como un burro una zanahoria, y es en el intento de satisfacer nuestros deseos donde encontramos la fuerza para volver a levantarnos, y que si un deseo, cualquiera que sea, se tiene, en alto, a un palmo de la frente, entonces vivir valdrá siempre la pena.

miércoles, 26 de noviembre de 2025

Venezuela es el segundo país más pobre después de Zimbabwe

Venezuela era el 4° país más rico del mundo en 1950. Ahora es el segundo país más pobre, después de Zimbabwe. Aproximadamente el 86% de los hogares venezolanos se encontraba en situación de pobreza en 2024, según un estudio del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF). La crisis económica prolongada es la causa principal de la situación de pobreza. La contracción acumulada en los últimos 11 años es del 75%. La situación ha obligado a muchos venezolanos a abandonar el país en busca de mejores oportunidades. 

IA generativa / IA neurosimbólica


La IA generativa es un tipo de inteligencia artificial que crea contenido nuevo y original, como texto, imágenes, música, audio y video, a partir de los patrones aprendidos en grandes conjuntos de datos. Funciona utilizando modelos de aprendizaje automático que, a diferencia de las IA tradicionales que solo analizan datos, son capaces de generar datos nuevos y similares a los que han procesado. 
Tras arrasar en la industria del software, la IA generativa se está expandiendo a un amplio conjunto de industrias, incluida la manufactura, donde ayuda a gestionar la imprevisibilidad y a respaldar la toma de decisiones en tiempo real. La capacidad de la IA generativa para codificar, automatizar y distribuir la experiencia organizacional podría eventualmente transformar las estructuras de trabajo, desde el taller hasta la alta dirección. Algunas empresas ya la utilizan para analizar la gran cantidad de información generada en las fábricas y predecir problemas, simular escenarios complejos y optimizar procesos en tiempo real. Al trabajar con una amplia gama de datos de la industria manufacturera, desde manuales de mantenimiento y código de automatización de máquinas hasta diagramas complejos, dibujos 3D y datos de procesos, la IA generativa tiene el potencial de establecer nuevas formas de colaboración entre personas y máquinas.
La IA neurosimbólica fusiona el poder estadístico, el reconocimiento de patrones y la adaptabilidad de las redes neuronales (piense en modelos de lenguaje grandes [LLM]) con la estructura lógica basada en reglas del razonamiento simbólico que puede predecir resultados reales y al mismo tiempo ayudar a prevenir las alucinaciones que puede producir la IA generativa (GenAI). Correlación no es causalidad. El verano es, por supuesto, la temporada alta de helados en California, y también es cuando las mordeduras de tiburón son más frecuentes, pero disfrutar de tu barquillo con menta no aumentará la probabilidad de que te muerdan. La IA neurosimbólica descifra la coincidencia y te permite investigar la verdadera causa de esas mordeduras de tiburón. El reconocimiento de patrones y las reglas, junto con el conocimiento empresarial, ayudan a las empresas a identificar flujos de trabajo que les permitan generar nuevas formas de generar ingresos. De hecho, algunos analistas llevan tiempo reconociendo las ventajas de la IA neurosimbólica. Sin embargo, mientras la investigación continúa, la IA neurosimbólica ya aporta valor, especialmente en flujos de trabajo donde los hechos estructurados, la lógica explicable, los datos no estructurados y el lenguaje natural deben funcionar en conjunto.
¿Cómo puede la ventaja neurosimbólica impulsar el crecimiento empresarial? Sustituyendo la intuición por una estrategia razonada, repetible y basada en datos que satisfaga las necesidades de empresas, clientes e incluso organismos reguladores. A diferencia de la GenAI, que algunos han comparado con una "caja negra", la IA neurosimbólica es completamente rastreable, lo cual es esencial en sectores altamente regulados como los seguros y la atención médica.


El mercado minorista, con el creciente deseo de los clientes de recibir recomendaciones personalizadas, es un candidato ideal para la IA neurosimbólica. Por ejemplo, un gran minorista se enfrentaba a la constante evolución de las preferencias de los consumidores, lo que excedía el tiempo necesario para introducir nuevos productos. La empresa perdió ventas porque se basó en la creencia, sin ningún respaldo analítico, de que sus productos se venderían. Los miembros del equipo de IA neurosimbólica y el minorista desarrollaron una plataforma que identifica tendencias y agiliza los procesos de ideación y prueba para acelerar el desarrollo de productos. Ahí es donde se crea valor comercial, sabiendo cuándo aplicar reglas además de la inferencia neuronal. Las empresas pueden obtener una ventaja competitiva con la IA neurosimbólica al utilizar el poder predictivo de la tecnología para optimizar las previsiones, la fijación de precios y las estrategias de expansión del mercado. Este enfoque acelera la toma de decisiones y escala nuevas plataformas de crecimiento, lo que permite a las organizaciones identificar y aprovechar rápidamente diversas oportunidades.
Puede que GenAI haya captado toda la atención de las empresas, pero no está diseñada para gestionar todas sus necesidades de crecimiento estratégico. La IA neurosimbólica aborda lo que las corporaciones necesitan ahora. Una toma de decisiones explicables, integrada y causal a escala global.

Fuente: Harvard Business Review

El tiempo es imposible vencerlo, guardarlo, almacenarlo


La sencillez del tiempo es una mampara que oculta su complejidad. Es imposible vencerlo, guardarlo, almacenarlo… Los ecologistas dicen que es un recurso no renovable. Los poetas aman las horas demoradas y describen sin prisa el amor. Algunos adoran el silencio y agradecen el mutismo del tiempo. Otros, en cambio, persiguen la luz y aguardan impacientes la llegada de los amaneceres. Los místicos se asoman al lado íntimo de las horas y nos recuerdan que el alma no lleva reloj. En cualquier caso, el eco de ese flujo permanente está insertado en cada una de las células de nuestro cuerpo, contribuye a construir el trazo de nuestras vidas, envuelve los hechos con la medida exacta del placer y el dolor. Nos modela como un escultor maneja la materia prima.
Pero existe una vocación de libertad que nos permite a los humanos manejar a nuestra vez el tiempo. Es la fuerza de la vida que transportamos, la búsqueda del equilibrio que requieren mente y cuerpo, la vocación de crear y vencer al caos, la capacidad de nombrar lo que ocurre, también de ponerle nombre a las épocas, intervalos, vaivenes que construyen nuestra historia.Y así, forcejeando con lo que se impone y los sueños, abrazamos el instante, dialogamos con los relojes, y sometemos la fragilidad de nuestras vidas al proyecto de hacerlas mejores, de dejar una huella feliz a nuestro paso por el mundo, de superar el vértigo de una muerte inevitable haciendo de cada existencia una obra de arte. Escribimos la vida en el tiempo y nos arriesgamos a hipotecarlo cuando llega la llamada de las prisas. El trabajo, el dinero, el éxito… nos impulsan a correr. Tenemos necesidad de acercarnos a los otros, de escuchar, compartir… Y también de disponer de recursos materiales, de ir creciendo profesional y humanamente. Aparece entonces la aceleración por hacer, por querer estar en todo, verlo todo, experimentarlo todo… Y olvidamos que la mayor experiencia es el encuentro en paz con uno mismo y con las personas queridas.

Referencia: La sociedad de las prisas de María Novo

martes, 25 de noviembre de 2025

Lo queer es lo más parecido a una bomba colocada en los cimientos de la civilización occidental


Nietzsche decía que no terminaríamos de desprendernos de Dios hasta que destruyéramos la gramática. Parafraseando al filósofo alemán, quienes abanderan lo queer saben que tampoco se puede combatir la diferencia sexual sin forzar el lenguaje, sin hacer que las distinciones sintácticas salten por los aires.
Lo queer, dice el filósofo Josemaría Carabante, es lo más parecido a una bomba colocada en los cimientos de la civilización occidental, porque convierte al poder y a la violencia en el único motor de la historia. Si, es un movimiento explosivo que apuesta por la “desustancialización” de la realidad.

El totalitarismo concibe la lucha política como una despiadada guerra de aniquilamiento


En las palabras de Trotski y de Goebbels encontramos el rasgo diacrítico esencial del totalitarismo; el deseo de producir un cambio totius substantiae de la realidad. Lo cual convierte al totalitarismo en una revolución permanente animada por una hybris cuyo radicalismo es tal que puede definirse como satánica. En efecto, es propio del diablo querer imitar a Dios. Mas para ocupar el lugar de Dios como (re)creador del mundo es preciso “destruir todo lo que existe a fin de poder disponer de la página en blanco”, según la imagen de Mao, para escribir una historia totalmente distinta de la historia pasada. De ahí que el totalitarismo, dice Luciano Pellicani, conciba la lucha política como una despiadada guerra de aniquilamiento que debe afectar a toda la vida social, instituciones, valores, ideas, costumbres, sentimientos, etc. Nada del viejo mundo, corrompido y corruptor, debe quedar en pie, tal es la condición previa de la construcción del mundo nuevo y del hombre nuevo. De ahí el radical nihilismo del totalitarismo. Un nihilismo proclamado claramente por los fundadores del bolchevismo y el nazismo que precipitaron a Europa en el torbellino de la que justamente ha sido descrita como una “guerra civil ideológica”.
En un artículo publicado en vísperas del Gran Salto, Mao dijo estar seguro de que 600 millones de chinos “puros pero inmaculados” constituían una excelente base de partida para la transformación revolucionaria de la sociedad, ya que “sobre una hoja de papel limpio no hay manchas y así pueden escribirse las palabras más bellas y más nuevas, se pueden pintar las imágenes más bellas y nuevas”. 

lunes, 24 de noviembre de 2025

Ser europeo


George Steiner parte de cinco axiomas para definir Europa. El café y el paisaje a escala humana y transitable son los dos primeros. En el paisaje entran las calles y plazas con los nombres de los estadistas, científicos, artistas y escritores del pasado. En Dublín, hasta las estaciones de autobús encaminan a las casas de los poetas. Pero a Europa la define sobre todo su doble filiación (Atenas y Jerusalén). 
Los cafés trazan el mapa de Europa y las relaciones en los cafés revelan su esencia. Esos encantadores locales “se extienden desde el café favorito de Pessoa en Lisboa hasta los cafés de Odessa, frecuentados por los gangsters de Isaak Bábel”. No hay cafés “primeros ni determinantes en Moscú, que es ya un suburbio de Asia”. Steiner considera simbólico que cuando las luces se apagaron en Europa, en 1914 con la Primera Guerra Mundial, el pacifista y socialista Jean Jaurès (1859-1914) fuera asesinado en el Café du Croissant, en París, por un fanático nacionalista a favor del conflicto armado.

Las distancias europeas poseen escala humana, pueden ser dominadas por el viajero, como lo ponen de manifiesto los peregrinos a Compostela desde tiempos inmemoriales. Europa es aquel lugar donde al viajero “nunca le parece estar muy lejos del campanario del próximo pueblo” . En Europa, “los ríos han tenido vados, vados, incluso para bueyes, “Oxford” (significa vado de buey)”. La diferencia con otros continentes es radical. En Estados Unidos, en Australia, no se va a pie de una población a otra. “Los desiertos del interior australiano, del sudoeste americano, los grandes bosques de los estados del pacífico o de Alaska, son casi impracticables”, mientras que Europa está hecha por europeos que piensan mientras caminan. “Algunos elementos integrantes del pensamiento y la sensibilidad europeos son, en el sentido originario de la palabra, “pedestres”. Su cadencia y sus secuencias son las del caminante”. “El cotidiano Fussgang (paseo a pie) de Kant, su ruta, cronométricamente exacta, a través de Königsberg, llegó a ser legendario”.
Las calles y plazas europeas evocan su historia, los europeos “habitan literalmente en cámaras de resonancia de los logros históricos, intelectuales, artísticos y científicos”, dice Steiner. “Indudablemente, la restauración, milímetro a milímetro, de los antiguos barrios de Varsovia con arreglo a pinturas topográficas del siglo XVIII es un milagro de destreza y de deliberada remembranza. Pero cuando caminamos entre estos sólidos espectros nos invade una sensación extraña, de enorme tristeza”. Sobre la carga del pasado, apunta: “Caminando cansinamente por la Rue Descartes, cruzando el Ponte Vecchio, o pasando ante la casa de Rembrandt en Ámsterdam, cuántas veces no me abrumó, incluso en sentido físico, la pregunta ¿Para qué? ¿Qué puede añadir cualquiera de nosotros a las inmensidades del pasado europeo?; un europeo culto queda atrapado en la telaraña de un in memoriam a la vez luminoso y asfixiante”. Eso es precisamente lo que Norteamérica rechaza. “Su ideología ha sido la del amanecer y la futuridad. Cuando Henry Ford declaró que “la historia es una estupidez”, estaba ofreciendo una contraseña para la amnesia creativa, una capacidad de olvidar que avala una búsqueda pragmática de la utopía”.  


Europa es espíritu descendiente de Atenas y de Jerusalén, de la filosofía griega, de la Biblia hebrea y del Nuevo Testamento.“Esta relación, a la vez conflictiva y sincrética, ha tenido parte en la discusión teológica, filosófica y política desde los Padres de la Iglesia hasta Lev Chestov, desde Pascal hasta Leo Strauss. El topos es hoy tan fértil y urgente como lo ha sido siempre. Ser europeo es tratar de negociar, moralmente, intelectualmente y existencialmente los ideales y aseveraciones rivales, la praxis de la ciudad de Sócrates y de la de Isaías”, exclama Steiner.


La vigilancia automatizada y asistida por la inteligencia artificial tiene todas las trazas de Némesis


Al rechazar masivamente el antiguo control social consistente en la inculcación de normas morales y en el descrédito que conllevaba su incumplimiento, al huir del control ejercido por la vecindad en las comunidades tradicionales, los adalides de la modernidad tardía han creído que era posible prescindir del control social. Pero una sociedad sin control social ya no es una sociedad, es el caos. Para protegerse del caos, hay que tomar cada vez más y más precauciones. Por ejemplo, los habitantes de las grandes ciudades se ven obligados a instalar códigos de acceso, interfonos y puertas blindadas. Cuanto más “abierta” se supone que es la sociedad, más tienen que encerrarse sus miembros. En este sentido, la vigilancia automatizada y asistida por la inteligencia artificial tiene todas las trazas de Némesis, la diosa griega que castigaba la hubris, el exceso de los seres que no respetaban los límites de su condición. El individuo que ha pretendido escapar a todo control ve cómo éste vuelve a él bajo otra forma, escribe Olivier Donatien Rey, matemático y filósofo.

domingo, 23 de noviembre de 2025

Las instituciones, despojadas de su prestigio convencional, aparecían desnudas, decrépitas


El académico francés Hazard escribe que las instituciones, despojadas de su prestigio convencional, de las obligaciones que las habían fundado, del recuerdo de los servicios que habían prestado, de las largas indulgencias que las habían protegido, aparecían desnudas, decrépitas. El velo de reverencia se desgarraba, y detrás del velo no había más que irracionalidad y absurdo.

Para Sócrates lo primero es el cuidado y el mejoramiento del alma


Sócrates no hacía otra cosa que ir por todos lados y persuadir a jóvenes y viejos que lo primero no es el cuidado del cuerpo ni el acumular riquezas, sino el cuidado y el mejoramiento del alma por la virtud.


La misericordia bendice al que la concede y al que la recibe


“La misericordia no es obligatoria; cae como la dulce lluvia del cielo sobre la tierra que está bajo ella. Es una doble bendición, bendice al que la concede y al que la recibe” ( W. Shakespeare, El mercader de Venecia).

sábado, 22 de noviembre de 2025

El hombre solo puede mirar a lo sobrenatural cuando tiene un conocimiento recto y ordenado de lo natural


El hombre solo puede mirar a lo sobrenatural cuando tiene un conocimiento recto y ordenado de lo natural, es decir, de la realidad, cuando toma conciencia de sí mismo y cuando descubre el abismo entre lo que es y lo que anhelaría ser. Conocer la biología o las leyes matemáticas nos ayuda a hacernos las preguntas últimas sobre el por qué del orden del universo, o de la belleza de la vida. Pero hoy la importancia de la transmisión del saber como descubrimiento de la realidad ha decaído, manifiesta Emilio Boronat, profesor de la Universidad Abat Oliba. San Juan Bautista de la Salle hablaba de la escuela como el alumno y el maestro compartiendo una experiencia de vida bajo la atenta y presente mirada de Dios (la presencia constante de lo sobrenatural penetrando lo natural), pero hoy todo se vive en función de lo inmediato.
Si el hombre no está regido por algo mayor que su inmediatez o el poder político, no es capaz de distinguir entre mandatos justos e injustos. Dicho simple, dice el profesor Boronat, cuando no hay Dios, algo ocupa su lugar. Y este suele ser el más aprovechado, el más embustero, el más hábilmente sofista… o todo junto, que es lo que constituye el poder cuando no se funda en el bien, la verdad y la justicia. La cultura de la cancelación está calando tan hondamente en las gentes precisamente porque han perdido la capacidad de juzgar. Y entonces entra el poder, que exige una neo-Inquisición y un control social de todo sobre todos.

Europa se está suicidando


“Europa se está suicidando. O al menos sus líderes han decidido que se suicide”. Con estas palabras comienza el escritor Douglas Murray La extraña muerte de Europa, (Identidad, inmigración, islam), libro-reportaje que estuvo veinte semanas en la lista de best sellers del Sunday Times, cuando se publicó en Reino Unido en 2017. Las causas de ese suicidio son, expone el autor, la caída de la natalidad, la inmigración masiva, particularmente musulmana, y la falta de fe de Europa en su herencia religiosa y cultural.
El exsenador socialista Thilo Sarrazin que en su libro Deutshland Schafft Sich Ab (Alemania se abole a sí misma) advertía que la baja natalidad de los germanos y la inmigración musulmana estaba transformando la naturaleza de la sociedad alemana. Y pone diversos ejemplos de la “gran sustitución”, como el de Londres, donde solo el 44% se considera “británico blanco” o el de Austria, donde a mediados de siglo, la mayor parte de los menores de quince años será musulmana. El proceso, explica Douglas Murray, comenzó después de la Segunda Guerra mundial, cuando Europa necesitaba mano de obra y la trajo de lo que habían sido sus colonias en África y Asia. Gran Bretaña se llenó de pakistaníes e hindúes; y Francia de argelinos, marroquíes, subsaharianos. Alemania, por su parte, se pobló de trabajadores turcos. Posteriormente y debido a la caída de la natalidad, Europa admitió nuevas oleadas migratorias y una vez comenzado el flujo ya no se pudo parar. Pensaron los gobernantes europeos que los trabajadores invitados  terminarían regresando a sus países. Pero no fue así, y a partir de los años 70 trajeron a sus familias, y comenzaron a llegar otros muchos sin contrato de trabajo, atraídos por el generoso sistema asistencial y por la certeza de que quien pone pie en Europa termina quedándose. Medio siglo después, el Continente no solo cambió su fisonomía (las lluviosas y frías calles se llenaron de gentes vestidas con ropa propia de las arenas de Arabia) sino también sus costumbres, y los migrantes, singularmente los musulmanes, no se integraron, sino que continuaron fieles a su concepción del mundo.
Desde finales del siglo XX, los gobiernos europeos mantuvieron sus generosas políticas migratorias, justificándolas mediante diversos argumentos que el autor desmonta en el capítulo Los excusas que nos damos. El primero es el beneficio económico que reporta al país receptor. Los inmigrantes, se decía, vienen a pagarnos las pensiones. No fue así en el caso del Reino Unido; según un informe de la University College London, los inmigrantes llegados entre 1995 y 2011 habían costado más de 100.000 millones de libras a los contribuyentes británicos. Los beneficios económicos producidos por la inmigración favorecen casi únicamente a los propios migrantes y son éstos quienes pueden acceder a unos servicios públicos por los que no habían tenido que pagar. Con mucha frecuencia, alega Murray, envían el dinero que ganan a las familias que viven fuera del país receptor, en lugar de servir a la economía local. Sin olvidar que no suele haber un control riguroso sobre los destinatarios de las ayudas estatales. Resulta llamativo que los autores de varios atentados terroristas en Bélgica las estuvieran recibiendo; y que el sospechoso de ser jefe de los ataques de París de 2015 hubiera estado cobrando ayudas al desempleo por valor de 19.000 euros, con lo que la sociedad europea se convertía en la primera de la historia que pagara a criminales para que la atacaran, sentencia Murray.

viernes, 21 de noviembre de 2025

Los rusos, afirman los ucranianos, han robado la historia de Ucrania


Tras siglos de expansión rusa territorial indiscriminada en la que llegaban insertos valores y saberes que cuestionaban sus ideas y su estatus, los rusos comenzaron a preguntarse por su identidad: “¿Quiénes somos?; ¿qué tipo de nación formamos?; ¿qué derecho tenemos a compararnos con las naciones occidentales?”. Y llegaron a una respuesta histórica: somos los herederos de la Rus de Kiev; nuestros padres son los descendientes de los príncipes de la Rus de Kiev; tenemos el derecho histórico a conquistar los pueblos del sur y el oeste de Moscovia, porque su tierra es el antiguo patrimonio de la Rus de Kiev. La respuesta tiene una doble cara porque, si los rusos eran verdaderamente los descendientes de aquellos moradores, ¿quiénes eran los ucranianos entonces?, ¿cuáles sus demandas? La reacción llegó en el XIX cuando “una nueva generación de historiadores y poetas nacionalistas ucranianos propugnaron una teoría que respondía a todas estas cuestiones. Los rusos, afirmaron, habían robado la historia de Ucrania. Rusia había mentido, había intentado privar a Ucrania del legado de la Rus, le había rebautizado como “la pequeña Rusia” y se había apropiado de la gloria de Kiev, la belleza de Santa Sofía, los mosaicos y los iconos. Pero ese robo aún podía revertirse”.
Inventada o no, Rusia había llegado primero a una respuesta, mientras Ucrania se enredaba en cuestiones existenciales. ¿Y Bielorrusia? “Siempre era fácil decir lo que los bielorrusos no eran, no eran polacos, ni rusos, ni ucranianos. Pero resultaba mucho más difícil definir lo que eran. Nunca habían sido independientes; pero, lo que era aún peor, hasta el siglo XX nunca habían intentado serlo, como sí habían hecho los ucranianos”.


Referencia: Entre Este y Oeste, el viaje de Anne Applebaum

El relativismo moral conduce a la barbarie


Necesitamos, dice el filósofo Francesc Torralba, una tecnoética que evite caer en los sesgos algorítmicos. Urge una ética global, fundada en la razón, capaz de discernir lo correcto y lo incorrecto y que tenga una dimensión universal y no solo particular. El relativismo moral conduce a la barbarie, al todo vale y eso tiene siempre consecuencias trágicas para los grupos más vulnerables de la sociedad, porque el más fuerte impone su criterio violentamente. La razón humana trasciende la inteligencia artificial, nos habilita no solo para el cálculo, sino para meditar, sentir, orar, experimentar el misterio del mundo y atisbar, aunque sea de un modo precario, el Ser infinito que nos sustenta, diría Edith Stein.

jueves, 20 de noviembre de 2025

Un diálogo amable es un regalo, y, tener con quien establecerlo, un tesoro


Decir el nombre del otro, crea cercanía; dejarle hablar y escucharle, genera confianza; confundir u olvidar su nombre, muestra poco aprecio. Para una persona, su nombre es el sonido más importante del idioma; sentirse escuchado, estimula su autoestima y demuestra nuestro interés por él. Un diálogo amable es un regalo, y, tener con quien establecerlo, un tesoro.


La alegría que brota del corazón sereno suele ir acompañada de un buen humor discreto, que no exige el chiste fácil, sino que genera sintonía y confianza. El buen humor nos lleva, incluso, a descubrir y aceptar las incoherencias de la propia vida y a concentrar nuestro esfuerzo no en el lamento inútil del fracaso sino en el deseo de superación. El buen humor y la sonrisa amable es una fuente de felicidad gratuita para los demás; una sonrisa cuesta poco y hace mucho, es descanso para el fatigado, luz para el abatido, un rayo de sol para el triste y el mejor remedio contra las preocupaciones.


Alicia en el País de las Maravillas


En el libro Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carroll el mundo de Alicia tiene una fuerza hipnotizante, porque acude a resortes secretos del lector, que reconoce inmediatamente una situación, más por su instinto que por su inteligencia. Sus escenarios, más que lugares, son situaciones emotivas, que provocan el extraño sentimiento de reencontrar algo que uno ha vivido, escribe José de Segovia. 
El pastor y profesor de matemáticas del Trinity College de Oxford, Charles Lutwidge Dogdson, acompañó una tarde de verano de 1862 a su colega, el reverendo Duckworth, en una excursión en barca por el Támesis. Llevaban a las tres hijas del deán de la iglesia de Christ Church, Lorina, Alicia y Edith Liddell. Las niñas aburridas, quisieron oír uno de los estrafalarios cuentos que solía narrar el reverendo Dogdson. Ese día decidió que lo protagonizara Alicia, que acababa de cumplir diez años. Ante su asombroso argumento, el pastor Duckworth le preguntó si estaba improvisando. Dogdson le dijo que sí, pero que lo estaba “inventando paso a paso, más por tener que decir algo, que por tener algo que contar”. La historia original se llamaba “Las aventuras de Alicia bajo tierra”. La niña le pidió al pastor que lo pusiera por escrito y las navidades siguientes, se lo regaló copiado de su puño y letra, acompañado de unos encantadores dibujos. Tres años más tarde lo publicó, bajo el nombre de Lewis Carroll. Hace 150 años nadie podía imaginar que este cuento infantil iba a tener tanto éxito.
Charles Lutwidge Dogdson
Decía Cabrera Infante que “su autor inventó casi él solo toda la literatura de nuestro siglo”. Antes de que Kafka escribiera una sola línea, ya había gritado la reina de Alicia: “¡No, no! ¡Primero la sentencia… el veredicto después!”. Se ha señalado repetidas veces el parecido entre la obra de Carroll y la de El Castillo, o El Proceso, pero mientras que el mundo del escritor judío de Praga resulta opresivo y deprimente, el de Alicia es tremendamente revolucionario. En el mundo de Carroll, lo absurdo se une a lo trágico, como en la vida misma, pero los libros de Alicia, más que enseñar, se burlan de los rituales mismos de la enseñanza, como observa Alberto Manguel. Cuando es examinada por las Reinas Blanca y Roja (“¿cómo se dice turulululú en francés?”), ella contesta con su “nosense” (“Turulululú no es una palabra española”), para exasperación de la Reina Roja (“¿Quién dijo que lo era?”). Denuncia así, la injusticia de la condena del Mensajero del Rey, como la codicia y el despotismo de la Reina (“habrá mermelada ayer y mermelada mañana, pero nunca mermelada hoy”).
Alicia se enfrenta a la aparente insensatez de este mundo (”no puedes evitar andar entre locos”, le dice el Gato de Cheshire, ya que “todos estamos locos aquí”). Como dice Jaime de Ojeda, “el mundo del alma es complejo e imprevisible, y la vida nos obliga a atravesar circunstancias no menos complejas e ingobernables”. Es así como “cada uno procura encontrar su propio camino en esa dicotomía laberíntica del propio ser y de la vida”. Pasamos así, del asombro y el miedo de la infancia, a la indignación ante la idiotez y la hipocresía de la adolescencia, que pone luego en evidencia, como adultos, nuestras infamias y fracasos. 

miércoles, 19 de noviembre de 2025

El antisemitismo durará tanto como el tiempo mismo


¿Cómo es posible que el destino de un país más pequeño que una región italiana o que dos departamentos franceses pueda tener tanta repercusión en el futuro del mundo? ¿Por qué 9 millones de judíos que reclaman una tierra tan diminuta son un escándalo para 2.000 millones de musulmanes, que poseen 57 países y afirman la unidad de la Ummah? También podríamos preguntar directamente: ¿por qué el Verbo se hizo judío?
No podemos dejar de verlo, aunque hay que creerlo. Este pueblo está marcado por una elección que es el primero en no comprender. El judío puede no tener fe en Dios, pero Dios sigue teniendo fe en él, apartándolo de las naciones, casándose con él para bien o para mal, y encargándole finalmente la misión de aguafiestas y revelador... Tan pronto como el orden mundial quiere cerrarse sobre sí mismo, ahí está él, desconcertante e inquietante, irrupción de la trascendencia a pesar suyo. En la era de los nacionalismos se le critica por ser demasiado cosmopolita; en la era de la globalización, por ser demasiado nacionalista. ¿Se le retrata como un Rothschild? Aquí está Einstein. Aquí está Marx (Karl o Groucho). Incluso sus esfuerzos por asimilarse completamente acaban discriminándole. Se convierte en el más austriaco de los escritores austriacos, como Stefan Zweig, algo que el Hitler austriaco no podía soportar. Incluso Super-Man es una invención de Siegel y Shuster, descendientes de inmigrantes judíos de Ucrania y Lituania; y Astérix el Galo, de Goscinny, nieto de un rabino polaco...
Con semejante escándalo, podemos predecir que el antisemitismo durará tanto como el tiempo mismo. Al igualitarista no le gusta el judío porque es recalcitrante a su máquina niveladora; el antisemita es superior a él porque tiene el instinto de lo sobrenatural. Presiente que algo extraño sucede con el judío, algo más extraño que lo que sucede con el simple extranjero.Esta elección no es precisamente ningún enchufe, al contrario, es la exigencia de una rectitud a prueba de todo, a no sucumbir a la tentación del orgullo y del desprecio, a mantener, una vez más, el honor en medio del horror.
Al hacer esta constatación, no estoy ofreciendo una solución (¡gracias a Dios! una solución sólo serviría para separar el trigo de la paja). En realidad redoblo el problema. No se puede ser pacifista, hay que responder a la agresión; no se puede ser belicista, no basta con reaccionar. Necesitamos un jefe de guerra llevado en las alas de la Paloma, que sólo desenvaine la espada para plantar el olivo.Este doble problema era ya el de Juana de Arco. 

Colinas como elefantes blancos


En 1927, Hemingway publica uno de sus relatos más impactantes, Colinas como elefantes blancos.Todo el relato constituye una conversación en la que un norteamericano intenta convencer a su novia de que aborte mientras esperan el tren para Madrid. El hombre le dice a su novia, Jig, que se opere, diciéndole que no es nada grave y argumentando que se trata de un asunto sencillo. Jig se pregunta qué pasará si se somete a la intervención; el hombre le asegura que solucionará todos sus problemas. No la obligará, pero cree que sería lo mejor. Jig dice que lo hará siempre que él siga queriéndola y se quede con ella después. Él le promete que la quiere profundamente; Jig se pregunta, mientras contempla el paisaje y las colinas que parecen elefantes blancos, si alguna vez podrán ser realmente felices tras ello. Los dos debaten largo y tendido y, finalmente, Jig le ruega que deje de hablar. Terminan sus cervezas y suben al tren.
Hemingway inmortalizó una conversación no sólo de aquella época, sino de todas las épocas, la de un hombre que intenta desesperadamente eludir su responsabilidad, tratando de persuadir a una mujer que ya es madre de que todavía no lo es, y prometiéndole que al quitarse de en medio al bebé podrán volver a ser felices y todo volverá a ser como antes. Esto es, por supuesto, mentira. No hay finales felices en las historias de aborto.


La familia, el lugar donde nacen los niños y mueren las personas


Lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros se explica por la familia, aseguraba Freud. “El lugar donde nacen los niños y mueren las personas, donde el amor y la libertad florecen, no es en una oficina, ni en un comercio, ni en una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia”, manifiesta Gilbert K. Chesterton. Kropotkin decía que “la defensa más común de la familia es que, en medio de tensiones y cambio de vida, resulta un sitio pacífico, cómodo y unido. Pero es posible otra defensa de la familia sabiendo que no es pacífica ni cómoda ni unida”. Chesterton aceptaba el desafío de convivir con personas dispares, que enseñan “a amar lo distinto y lo incómodo”. De ahí su grandeza incontestable. “Las primeras cosas deben ser las mismas fuentes de la vida, el amor, el nacimiento y la infancia; y estas son siempre fuentes resguardadas, que fluyen en los tranquilos patios del hogar”.
Afirmaba Chesterton que “el hogar no es un lugar pequeño, sino el alma misma de las personas”. “Nosotros tenemos muchas más esperanzas en las familias humanas y en su poder de encontrar la felicidad que quienes desean prevenir los nacimientos; podemos estar equivocados, pero no podemos ser mórbidos”.Gilbert Chesterton defiende que “si la humanidad no se hubiera organizado en familias, no habría podido organizarse en naciones”. 

martes, 18 de noviembre de 2025

La especie humana ya no es exclusivamente natural; es cultural


La invención del lenguaje es lo propio del hombre. Por medio del lenguaje, el hombre viejo puede comunicar a los más jóvenes lo que ha aprendido. Nosotros consideramos que más allá de la transmisión, la relación maestro-discípulo es la que ha constituido la humanidad. Sin ella, nos convertiríamos en animales; de ahí el peligro de las delirantes ideologías que cuestionan esta relación. Gracias al lenguaje, las mutaciones de la humanidad ya no son genéticas, sino culturales. Ya no necesitan miles de años, solo años. Gracias al lenguaje, la especie humana se ha extendido por la Tierra y se ha transformado con una rapidez desconocida hasta entonces. La especie humana ya no es exclusivamente natural; es cultural. Cierto es que las mutaciones genéticas siguen con su lento ritmo. Así, desde hace doscientos mil años, los colores de la piel han cambiado. En países muy soleados como los de África o el sur de la India, la selección natural ha favorecido la supervivencia de los mutantes de melanina (piel negra), mientras que las pieles blancas se han visto favorecidas en los países nórdicos, en donde la oscura se ha debilitado. Pero estas mutaciones son superficiales hasta tal punto que, cuando se descubre un esqueleto, es imposible deducir cuál era el color de su piel.


Referencia: Toda la historia del mundo (Jean-Claude Barreau;Guillaume Bigot)

Amores de barro


Dice Javier Gomá sobre la tendencia de muchos escritores, a la que bautiza, con guiño irónico, como literatura maleducada, hay tanta gente que airea en público sus vergüenzas esperando que por alguna ignorada razón esa impúdica exhibición despierte nuestra curiosidad, tantos que exponen sin pudor sus inmundicias ante extraños. La crítica que Gomá endilga a estos escritores exhibicionistas, aduciendo la injusticia de que por muchos traumas que el desdichado haya padecido en su vida se atribuya el derecho a convertir su obra literaria en una terapia y obligue al público, que no le ha hecho ningún daño, a ser testigo mudo de ella.
Hay que aprender a ofrecer la intimidad a quien se ama. A mayor cercanía afectiva, más apertura de la intimidad. Resguardar lo íntimo a los extraños, curiosos, manoseadores y ladrones, a todo aquel que, sin el respeto que merece la persona, ofrece su intimidad a cualquiera (músculos, sensualidad descarada), tal vez porque en su pobreza o en su carencia de amor, quiere saltarse el trabajo precioso del mundo interior y llegar a la intimidad de modo urgente, pero superficial, amores de barro, escribe Iván López Casanova. 


lunes, 17 de noviembre de 2025

Los imperios tienen su comienzo, su crecimiento, su decadencia y su fin


“Es cierto, escribió el historiador francés Jacques-Auguste de Thou en 1604, que los imperios, como los hombres, tienen su comienzo, su crecimiento, su decadencia y su fin; y que la Providencia ha fijado ciertos límites que ni la fuerza ni la prudencia pueden atravesar”.