Para el filósofo Jaime Balmes, la pereza, es decir, la pasión de la inacción, tiene para triunfar una ventaja sobre las demás pasiones y es el que no exige nada; su objeto es una pura negación. Todas las pasiones para el logro de su objeto exigen algo, solo la pereza no exige nada. Mejor se la contenta sentado que en pie, mejor echado que sentado, mejor soñoliento que bien despierto. Parece ser la tendencia a la misma nada; la nada es, al menos, su solo límite, cuanto más se acerca a ella el perezoso, en su modo de ser, mejor está.
Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda.
Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda.
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