martes, 15 de abril de 2025

La desintegración de toda tu civilización

Czesław Miłosz
El poeta polaco Czesław Miłosz, en un intento de explicar las diferencias mentales entre la Europa y los Estados Unidos de posguerra, escribió sobre el modo en que la guerra destruye la noción de un hombre acerca del orden natural de las cosas; “en el pasado, si un hombre se hubiera tropezado con un cadáver por la calle, habría llamado a la policía. Se habría congregado una multitud y se habrían oído comentarios y cuchicheos. Ahora sabe que debe evitar el cuerpo oscuro que yace en la cuneta y abstenerse de hacer preguntas innecesarias”. Durante la ocupación, ciudadanos respetables dejaron de considerar el bandidaje como un delito, escribió Miłosz, por lo menos si estaba al servicio de la resistencia. Muchachos jóvenes de familias respetables de clase media que observaban la ley se convirtieron en delincuentes habituales, “el asesinato de un hombre no constituye para ellos ningún problema moral importante”. En la novela de Sándor Márai La mujer justa, uno de los personajes se maravilla ante el espíritu emprendedor de los ladrones que peinaban las ruinas de los edificios bombardeados, “pensaban que había llegado la hora de salvar por su cuenta lo que no habían robado los nazis y los cruces flechadas, y más tarde los rusos y nuestros comunistas, que se habían dado prisa en volver… Pensaban que era un deber patriótico poner sus manos sobre todo lo que se podía coger… por eso empezaron a “salvar” cosas”.
En Polonia, como ha escrito Marcin Zaremba, el intervalo entre la retirada de los ocupantes nazis y la llegada del Ejército Rojo estuvo marcado por oleadas de saqueos. “Al principio, los saqueadores no estaban muy interesados en los libros singulares ,recuerda un biógrafo, pero pronto aparecieron expertos en ese campo.”
En una calle de Budapest, la detención repentina de un hombre, sin motivo, que iba con sus dos hijos pequeños. “El padre llevaba a los niños en un carrito por la calle, pero a los soldados soviéticos no les importó, se llevaron al padre y dejaron a los niños en medio de la calle.” A nadie que pasara por allí le resultó extraño.”No hay actividad en el pueblo que no termine en pelea”, recordó un maestro de pueblo polaco. Seguía habiendo armas y las cifras de asesinatos eran elevadas. En muchas partes de Europa del Este, bandas armadas deambulaban por las zonas rurales.En todas las ciudades de Europa del Este actuaban bandas de antiguos soldados desorientados, y la violencia criminal empezó a mezclarse con la violencia política. A finales del verano de 1945, en tan solo dos semanas la policía de un solo municipio de Polonia registró 20 asesinatos, 86 robos, 1084 casos de allanamiento de morada, 440 “delitos políticos”(no definidos), así como 125 casos de resistencia a la autoridad, otros 29 delitos contra la autoridad, 92 incendios provocados y 45 delitos sexuales.
Muchos han tratado de describir lo que se siente al soportar la desintegración de toda tu civilización, al ver cómo se desmoronan los edificios y paisajes de tu infancia, al entender que el mundo moral de tus padres y profesores ya no existe y al descubrir que tus respetados dirigentes nacionales han fracasado. Sin embargo, quienes no lo han experimentado no pueden entenderlo fácilmente. 

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