El juicio moral en la historia es planta muy delicada y suele ser arrastrada por prejuicios conscientes e inconscientes. Es relativamente fácil juzgar un acto humano individual, y aun así a veces resulta muy arduo. Cuando empiezan a multiplicarse exponencialmente los factores en juego, las causas y los efectos interaccionan entre sí de manera tan apretada y circular que no se puede determinar honradamente cuál es la causa y cuál el efecto. Frente a este desafío, no hay más receta para ser honrado que la humildad, escribe Elvira Roca Barea.
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