No existe ninguna relación entre la capacidad intelectual y la capacidad emocional de una persona.El mundo está lleno de personas con capacidades de sobra en lo intelectual, pero que no tienen empatía, padecen estrés crónico o, teniendo todo el éxito posible, no consiguen encontrar la felicidad. A su vez, hay personas sin estudios, con un desarrollo intelectual humilde y que, sin embargo, son cálidas, acogedoras y llenas de sentido común. Para la persona que se considera inteligente, no hay nada más molesto que encontrar un tonto más listo que él. La razón de que pueda existir esta discrepancia es muy sencilla. La inteligencia emocional y la racional se localizan en áreas bien diferenciadas del cerebro, y, por lo tanto, son independientes.
Uno de los rasgos más característicos del cerebro humano es su capacidad para diseñar y utilizar herramientas. Las herramientas nos han acompañado desde nuestra aparición como especie y han sido una de las principales claves de nuestro progreso y evolución. Gracias a las herramientas, el ser humano fue capaz de cazar y alimentarse de carne. El cambio en la alimentación de una dieta basada en frutas y hojas a una rica en proteínas permitió que nuestro organismo dedicara menos energía a hacer la digestión, por lo que pudo destinar esas calorías extras a la increíble aventura de pensar. Asimismo, el aporte de proteínas permitió que pudiéramos convertir esos pensamientos en conexiones cerebrales, lo que hizo crecer nuestro cerebro a un ritmo vertiginoso. A medida que el hombre desarrollaba su inteligencia, el cerebro diseñó otra herramienta que revolucionó sus posibilidades, el lenguaje. Este fue la herramienta definitiva para transmitir conocimientos sobre dónde se encontraban las manadas de animales, para compartir y diseñar estrategias de caza, para explicar cómo se hallaba agua sin tener que acompañar a la persona y pensar así en el futuro en grupo. El diseño de herramientas ha seguido evolucionando y nos ha ayudado a progresar como especie.
Referencia: El cerebro del niño explicado a los padres (Álvaro Bilbao)
Uno de los rasgos más característicos del cerebro humano es su capacidad para diseñar y utilizar herramientas. Las herramientas nos han acompañado desde nuestra aparición como especie y han sido una de las principales claves de nuestro progreso y evolución. Gracias a las herramientas, el ser humano fue capaz de cazar y alimentarse de carne. El cambio en la alimentación de una dieta basada en frutas y hojas a una rica en proteínas permitió que nuestro organismo dedicara menos energía a hacer la digestión, por lo que pudo destinar esas calorías extras a la increíble aventura de pensar. Asimismo, el aporte de proteínas permitió que pudiéramos convertir esos pensamientos en conexiones cerebrales, lo que hizo crecer nuestro cerebro a un ritmo vertiginoso. A medida que el hombre desarrollaba su inteligencia, el cerebro diseñó otra herramienta que revolucionó sus posibilidades, el lenguaje. Este fue la herramienta definitiva para transmitir conocimientos sobre dónde se encontraban las manadas de animales, para compartir y diseñar estrategias de caza, para explicar cómo se hallaba agua sin tener que acompañar a la persona y pensar así en el futuro en grupo. El diseño de herramientas ha seguido evolucionando y nos ha ayudado a progresar como especie.
Referencia: El cerebro del niño explicado a los padres (Álvaro Bilbao)
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