Con la maternidad no matrimonial, se ha perdido una dimensión esencial de la misma, que es la de verse acompañada y sostenida por aquél por quien la maternidad ha sido posible. A su vez, cuando un matrimonio se desvincula voluntariamente de la maternidad asume en sí mismo una esterilidad que no puede si no afectar a la misma salud del vínculo, que queda reseco y marchito en su raíz, afirma el filósofo Elio Gallego.
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