Descartes siempre creyó que todo el mundo podía comprender la verdad perfectamente, sin necesidad de recurrir a tediosas, oscuras y viejas ideas, cuya función defensiva era apenas disimulable. Con independencia de su condición o género, todas las personas debían ser capaces de captar el contenido racional de cualquier idea. Siempre que ciertos factores adversos, como el analfabetismo, o nocivos, como las enseñanzas viciadas o el fanatismo, no distorsionaran la capacidad natural de la mente, esta tenía que ser capaz de comprender y asentir a los pensamientos correctos, formulados con claridad y distinción.
Para Descartes, pensar en un acceso privilegiado a la verdad no es nada más que superstición y oscurantismo. Ni los magos, en tanto que portavoces de lo “oculto”, ni los eruditos, en virtud de su supuesto conocimiento de las fuentes de autoridad, sancionadas por la tradición, estaban más cerca de la verdad que el hombre común, que solo disponía de la razón natural. La verdad podía estar escondida y hallarla podía resultar una tarea difícil, mas no era un misterio impenetrable al buen juicio, a la razón vehiculada correctamente.
Referencia: Descartes (Jaume Xiol)
Para Descartes, pensar en un acceso privilegiado a la verdad no es nada más que superstición y oscurantismo. Ni los magos, en tanto que portavoces de lo “oculto”, ni los eruditos, en virtud de su supuesto conocimiento de las fuentes de autoridad, sancionadas por la tradición, estaban más cerca de la verdad que el hombre común, que solo disponía de la razón natural. La verdad podía estar escondida y hallarla podía resultar una tarea difícil, mas no era un misterio impenetrable al buen juicio, a la razón vehiculada correctamente.
Referencia: Descartes (Jaume Xiol)
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