jueves, 24 de octubre de 2024

Separaciones y divorcios supone un gran estrés para los hijos

La libertad actual de los adultos en materia de separaciones y divorcios supone un gran estrés para los hijos. Los niños y jóvenes están ocupados a tiempo completo en crecer y desarrollarse y las separaciones suelen involucrarlos en las luchas de poder entre los padres. Tener que ser testigo de la mala opinión que un padre tiene o vierte del otro, incide negativamente en el hijo, que se siente descender de una persona considerada poco respetada o admirada por el padre o la madre. Los hijos de las madres solteras pueden crecer con la imagen de haber sido rechazados por su padre o de tener un padre irresponsable, un padre que quizá ni siquiera tuvo interés en conocerle. A veces las ideas sobre el padre son puras fantasías, pero no por eso dejan de influir poderosamente en la vida psíquica de su descendencia. Muchos hijos de divorciados encuentran maneras de chantajear a los padres aprovechándose de su mala conciencia y remordimientos y de su deseo fervoroso de ser queridos por el hijo. Es pésimo aprendizaje para un niño ver que puede manipular a su educador.
Cada vez más los hijos son testigos de los intentos de los padres por captar a otra pareja y, desde el punto de vista de un adolescente, al producirse esto los padres dejan de ser plenamente adultos para retroceder a una situación de adolescente inseguro semejante a la de su hijo. Por eso, en un momento vital de gran trascendencia en el que el joven siente más inseguridad que antes, de pronto se encuentra con que ni siquiera los padres están donde deben estar como modelos a imitar o superar, porque han dejado de contar como elementos de estabilización emocional, presentándose ellos mismos como inestables, con la vida a medio resolver.
Referencia:Repensar la educación de Inger Enkvist

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