Sir Karl Popper, que podía ser tiránico polemizando, pero que aun así reconocía que polemizar era valioso, esencial, de hecho, por sí mismo. Raras veces ocurre en un debate, él mismo observó, que uno de los dos contendientes, de fuerza pareja, consiga convencer o convertir al otro. Pero es igualmente raro que en una polémica correctamente llevada los dos antagonistas terminen manteniendo la misma posición exacta que cuando empezaron. Habrá concesiones, afinamientos, ajustes, y cada una de las dos posiciones habrá sufrido una modificación aun cuando en apariencia siga siendo la misma. Ni siquiera el “sistema” más claramente glacial es inmune a esta norma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario