miércoles, 9 de octubre de 2024

El enfrentamiento Este-Oeste no debe ser sustituido por nacionalismos retrógrados

El canciller Helmut Kohl advertía en la cumbre de la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea (CSCE), celebrada en Paris en noviembre de 1990, considerada como el final de la guerra fría, que el enfrentamiento Este-Oeste no debe ser sustituido por “nacionalismos retrógrados” ni por la “emergencia de disputas entre vecinos y nacionalidades”, su consecuencia.
La transición política española no ha sido tan maravillosa como se suele pensar. El peso de lo positivo de la llegada de la democracia formal y de una serie de libertades reales tiene la fuerte contrapartida de tres graves perjuicios: el terrorismo, de origen básicamente nacionalista; las diversas “normalizaciones” lingüísticas, que implican separatismos lingüísticos como consecuencia directa, y como consecuencia indirecta la pérdida de una proporción elevada de la libertad de residencia en el territorio español; y, en tercer lugar y como derivación de lo anterior, la destrucción de las raíces vitales de muchos españoles, al privarles de su lengua, el castellano, y de su patria, España.
Toda sociedad en la que para ser considerado buen ciudadano no baste con ser buena persona, sino que se requiera militar o acatar una determinada ideología, no es una sociedad libre.
La “normalización” lingüística es una anormalidad democrática; en ella los políticos no han estado al servicio de los ciudadanos, sino que han puesto a los ciudadanos al servicio de una política, de la política de los políticos, no de los ciudadanos.

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