“Solo aquellos que han vivido en un estado policial pueden saber lo que es no vivir en uno”, fueron las palabras del ilustre historiador británico Peter Pulzer, que era un niño en Viena cuando en 1938 se produjo la anexión nazi de Austria, antes de huir con su familia a Inglaterra al año siguiente. En ese momento, incluso antes de la guerra, al menos dos terceras partes de los europeos vivían bajo regímenes autoritarios, sometidos al poder arbitrario de la policía. Durante las cuatro décadas siguientes a la guerra, los europeos del otro lado del Telón de Acero vivieron en estados policiales bajo un régimen comunista. En algunas partes de lo que fue la Unión Soviética aún existen gobiernos autoritarios. Turquía está virando hacia el autoritarismo. Hungría, Polonia y España se sirven de formas democráticas para socavar la esencia democrática. No obstante, la mayor parte de los europeos vive hoy en libertad, en democracia y en un estado de derecho. Supone un avance enorme que millones de europeos ya no tengan que temer la tiranía de un estado policial. Al comentario de Peter Pulzer se podría añadir que solo aquellos que han experimentado la miseria absoluta aprecian realmente lo que es no ser pobre y que solo aquellos que han sido testigos de primera mano de los horrores de la guerra comprenden en su plenitud lo que significa vivir en paz. El continente europeo es ahora más próspero que nunca. Su bienestar material (junto con la libertad y la relativa seguridad) es lo que lo convierte en un imán tan poderoso para muchas personas que huyen de la guerra y la pobreza extrema en otras partes del mundo.
Ha surgido en Europa un nuevo “precarizado” de trabajadores no cualificados, a menudo migrantes, que acepta empleos mal remunerados, que solo puede permitirse alojamientos de mala calidad y que vive en una incertidumbre material constante. La sensación de inseguridad física también se ha acrecentado debido a un aumento de la incidencia del terrorismo, en particular del islamista, en buena medida un legado de la implicación de Europa en las guerras en Oriente Medio y de su pasado imperialista.
El cambio en Europa a lo largo de los últimos setenta años ha sido sustancialmente positivo y esto cabe atribuirlo sobre todo a dos novedades de la posguerra, la OTAN y la Comunidad Europea.
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