En China, la ética y la moral, ya maltrechas por la era comunista, que supuso la desaparición de cierta élite intelectual, han sufrido los efectos del paso precipitado a la economía de mercado. Una carrera loca por el éxito material y el enriquecimiento, convertida en el deporte nacional en el que demasiado a menudo el fin justifica los medios, incluso los inconfesables. Algunos industriales chinos están dispuestos a todo para ganar dinero fácil y, de momento, la corrupción generalizada, los controles mediocres y una normativa laxista no han permitido a las autoridades erradicar en absoluto esas prácticas.
Evita a toda costa los productos alimentarios chinos y, en menor medida, indios, turcos y de otros orígenes exóticos. Aunque en ocasiones es posible encontrar muy buenos productos procedentes de orígenes exóticos, la inmensa mayoría de ellos están adulterados. La mejor demostración de este principio básico la brindan los numerosos consumidores chinos que se desviven por alimentarse de productos importados, sea de Australia, de Europa o de Estados Unidos, dado que han perdido toda la confianza en sus propios industriales a raíz de demasiados y repetidos escándalos alimentarios.Los “buenos negocios”, en el sector de la alimentación, no suelen serlo. Al menos para el consumidor y su salud.
Referencia:¡Cómo puedes comer eso! de Christophe Brusset.
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