“No es la boca del hombre la que come; es el hombre que come con su boca. No camina la pierna; el hombre usa la pierna para moverse. El cerebro no piensa; se piensa con el cerebro. Si el individuo padece una falla congénita del cerebro, si el instrumento del pensamiento es defectuoso, es natural que el propio individuo no merezca el calificativo de discreto… pero en ese caso no lo llamaremos estúpido. Sería mucho más exacto afirmar que estamos ante un idiota o un loco”, escribe Paul Tabori.
Ranyard West cuenta que “el prejuicio humano es universal. Su fundamento es la humana necesidad de respeto. Son muchos los medios por los cuales la mente humana puede esquivar los hechos; no existen, en cambio, recursos que permitan anular el deseo individual de aprobación. Los hombres y las mujeres necesitan tener elevada opinión de sí mismos. Y con el fin de alcanzar este objetivo es preciso que nos disimulemos de mil modos distintos la realidad de los hechos. Negamos, olvidamos y justificamos nuestras propias faltas y exageramos las faltas ajenas”.
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