“En África, las niñas deberían poder continuar sus estudios el mismo tiempo que los varones. También debemos combatir con firmeza los matrimonios forzosos. Cuando viajo a cualquier rincón del mundo, me doy cuenta de que el problema no es una igualdad ilusoria, sino el respeto a la dignidad y a la libertad mismas de las mujeres. Las imágenes que los medios de comunicación occidentales ofrecen de la mujer son con demasiada frecuencia degradantes y humillantes. El cuerpo de la mujer se trata como una mercancía que satisface el placer depravado de algunos hombres. La prostitución organizada hace de la mujer un objeto comercial. Y, aun así, Occidente pretende falazmente ser el paladín de los derechos de la mujer”, escribe el cardenal Robert Sarah.
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