Vicens-Vives: “El nacimiento de una España viable, forjada con el tridente portugués, castellano y catalano-aragonés es el mérito incuestionable de Ramón Berenguer IV. Pluralismo que jamás excluyó la conciencia de una unidad de gestión en los asuntos hispánicos”. Por su parte, Capdeferro recuerda que la unión de Ramón Berenguer IV y Petronila no fue la de Cataluña y Aragón, como suele repetirse; primero, porque no existía aún el nombre ni la realidad completa de Cataluña; segundo, porque dentro del territorio catalán convivían, junto al gran condado de Barcelona, otros varios independientes de él, como los de Pallars Jussá, Rosellón, Pallars Subirá, Ampurias y Urgel. Ramón Berenguer IV nunca utilizó el título de Rey; gobernó Aragón pero sin esa dignidad. Sus herederos se llaman reyes de Aragón y condes de Barcelona; el condado fue pasando a segundo y tercer término dentro de la titulación de la Corona aragonesa, como se lamentan algunos historiadores nacionalistas que también se mostrarán disconformes (siete siglos después) con la “debilidad” generosísima que Jaime I el Conquistador demostró hacia Castilla.
El hijo de Ramón Berenguer y doña Petronila, Alfonso II, Rey de Aragón y conde de Barcelona, (1162-1196) nos ha legado, de su tiempo, tres tesoros. El nombre gentilicio catalán que aparece en su reinado, como el nombre de Cataluña, que en su forma latina Cathalonia surge documentalmente en 1176; y por último la bandera cuatribarrada, roja y amarilla, que algunos atribuían legendariamente a Wifredo el Velloso y que vemos, por primera vez, en los sellos de Alfonso II.En cuanto a la lengua catalana, que ya se hablaba de forma incipiente en los tiempos de la Marca Hispánica asoma mediante palabras sueltas en documentos diversos, pero el primer documento que la usa de lleno es algo posterior, de 1211. El nombre de Cataluña, en romance, con su primera acepción actual, aparece en un documento del reinado de Pedro II el Católico (1196-1213) y la plenitud catalana se alcanza con su hijo Jaime I el Conquistador (1213-1276) que logró dos cosas de vital importancia. En primer lugar la declaración de vasallaje y dependencia de los condados de la antigua Marca Hispánica que aún no se habían incorporado a la Corona de Aragón: Ampurias, Urgel y Pallars Subirá. En segundo lugar, la supresión definitiva del vasallaje de los condados catalanes respecto de Francia, en el tratado de Jaime I con san Luis Rey de Francia, concertado en Corbeil el año 1258.
Referencia:El nacionalismo catalán de Ricardo de la Cierva.
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