Puede que su primera reacción sea gritar diciendo que debemos conservar los glaciares tal como están. Son, sin duda, magníficos estéticamente, y en el mejor de los mundos posibles, en el que no hubiera conflictos de ningún tipo, sería un ideal a defender. Pero en un mundo en el que sobran los problemas, debemos tener en cuenta que a los países en desarrollo podría interesarles el uso de parte de sus recursos naturales finitos, como los glaciares, para crecer en riqueza en lugar de mostrar paisajes bucólicos a los ricos que les visitan. Algo así es lo que hicimos en el mundo desarrollado cuando talamos la mayor parte de nuestros bosques para hacernos ricos. De hecho, quizá conviene que estudiemos el caso contrario. Desde 1961 las temperaturas estivales en las cordilleras del Karakorum y el Hindu Kush, en la cuenca alta del río Indo, han hecho caso omiso del calentamiento global, descendiendo cerca de 1°C. El resultado es que los glaciares del Karakorum han aumentado de grosor y tamaño, pero como era previsible, los caudales de los ríos Hunza y Shyok han descendido cerca de un 20% en verano. Este dato es importante ya que entre ambos proporcionan más del 25% del agua que llega al pantano Tarbela, desde el que se controla una de las redes de regadío más grandes del mundo. Y la pregunta es muy sencilla: ¿Preferimos disponer de más o de menos agua?
Los glaciares llevan varios siglos retrocediendo, las tasas de acumulación han ido descendiendo desde 1840 debido a un cambio en los vientos del Pacífico, y aunque se produjeran reducciones rápidas y arriesgadas en las emisiones de CO2, el cambio sería mínimo. Incluso dejando de lado todas las demás necesidades urgentes que debemos afrontar, sería más beneficioso invertir en infraestructuras para almacenar el agua, de forma que la India y China pudieran utilizar mejor esos excedentes de agua hoy en día y prepararse para cuando los ríos vuelvan a un flujo normal de agua, más en invierno y menos en verano.
Cuando el nivel de los mares sube, no se debe al deshielo, ya que lo único que hace el hielo al derretirse es desplazar su propia masa (si ponemos cubitos de hielo en un vaso de agua, el borde del agua no varía cuando el hielo se derrite). Por tanto, en contra de la opinión más extendida, el deshielo del Artico no variará el nivel de los mares. Esa variación se debe a dos factores. En primer lugar, cuando la temperatura del agua aumenta, se dilata como cualquier otro cuerpo. En segundo lugar, el descenso de los glaciares en tierra añade volumen de agua a los océanos. Durante los últimos cuarenta años, los glaciares han contribuido aproximadamente en un 60% (y la dilatación del agua en el 40% restante) al aumento del nivel de los mares. En su informe de 2007, la ONU calculó que los niveles marinos aumentarían 58 centímetros durante el resto del siglo. Aunque no se trata de una cifra despreciable, conviene recordar que no es la primera vez que ocurre a lo largo de la historia. Desde 1860 hemos sido testigos de una elevación aproximada de 29 centímetros,que desde luego no ha causado grandes problemas.
Referencia:En frío de Bjørn Lomborg.
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