Una pareja de amantes emancipados va a escapar de la idea tradicional de persuasión que aborrecen. Van a ver realizadas sus vidas. Y nada más. Van solo a vivir sus vidas. ¡Y luego, mírenlos! Hacen todo lo que saben que hace la gente cuando está “viviendo su propia vida”. Toman como referente sus mismas ideas sobre cómo ser malos, en vez de las que tienen sobre cómo ser buenos. ¿Y entonces qué? Pues que entran en la misma rueda de siempre. Y ponen en práctica las mismas ideas de siempre, solo que en la dirección opuesta; y en vez de ser buenos, son malos, y dan vueltas al círculo en la dirección contraria, y venga a moler en el molino de siempre, aunque sea al revés. Un hombre va a una casa de citas. ¿Y qué hace allí? Lo mismo que hace con su mujer, pero al revés. En vez de sacar lo mejor de sí mismo, saca lo peor. Al principio quizá sienta un alivio tremendo al alejarse de lo mejor de sí mismo. Pero pasado un tiempo se da cuenta de lo triste que es dar vueltas y más vueltas en la misma rueda de siempre, en la dirección contraria.
En el centro de todo está la misma idea emocional. Te enamoras de una mujer, te casas con ella, tienes dicha, tienes hijos, lo das todo por tu familia y por la humanidad, y tienes una vida feliz. O bien, la misma idea pero en sentido contrario; te enamoras de una mujer, no te casas con ella, vives con ella en secreto y disfrutas diga lo que diga la sociedad, abandonas a tu mujer y que se las apañe con el llanto o la melancolía, con el que sea de los dos, dilapidas tu hacienda, y despilfarras todo el grano acumulado por la humanidad. El burro trilla en un sentido, y separa el grano de la paja. El burro trilla en dirección contraria, y saca el grano de la parva. Lo que subyace, en ambos casos, es la misma idea, el amor, el servicio, el autosacrificio, la productividad. Depende solo del sentido en el que trilles.
Referencia: El amor es la felicidad del mundo de D. H. Lawrence.
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