miércoles, 23 de octubre de 2024

Diferentes aspectos de la historia tienen cronologías diferentes

Solemos hablar del siglo XIX o del siglo XX, pero el historiador sabe que el periodo que va de 1801 a 1900 o de 1901 a 2000 no tiene un significado real más allá de lo puramente cronológico. La historia está llena de cabos sueltos, e incluso el estallido y la conclusión de las grandes guerras que con tanta frecuencia constituyen las fechas terminales de las historias que se ocupan de segmentos concretos del pasado europeo, incluida esta, dejan muchas cuestiones sin resolver. Diferentes aspectos de la historia tienen cronologías también diferentes, y una fecha que tiene un significado en la historia política, o en la militar, o en la diplomática, puede significar muy poco en la historia social, o en la económica o en la cultural. Los historiadores franceses de la escuela de los Annales se han acostumbrado a hablar de una historia inmóvil que pervivió hasta épocas recientes en muchos lugares de Europa, de modo que, pese a la caída del Antiguo Régimen en los sistemas políticos europeos a finales del siglo XVIII, el Ancien Régime économique et social siguió vivo hasta la segunda mitad del siglo XIX. Hubo que esperar hasta esa fecha, por ejemplo, para que la servidumbre desapareciera de escena en la mayor parte de Europa, mientras que el patrón demográfico establecido desde tiempo inmemorial de altos niveles de natalidad y altos niveles de mortandad no empezó a cambiar, excepto en Francia, hasta la transición demográfica de las décadas posteriores a 1850. Por otro lado, la industrialización fue un proceso marginal confinado a pequeñas bolsas de la economía europea hasta ese mismo período. De hecho, algunos historiadores (notablemente Arno Mayer en su libro La persistencia del Antiguo Régimen (1981)) han sostenido que el dominio de las élites aristocráticas tradicionales continuó hasta el estallido de la primera guerra mundial, de modo que tampoco cambió nada de manera significativa en la esfera política, pese a todos los trastornos superficiales de la época, escribe el historiador Richard J. Evans.

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