jueves, 17 de octubre de 2024

La interdependencia es parte integrante de nuestra fe y de nuestros medios de salvación

Boris Johnson escribe en su libro El factor Churchill:
“¿Deseamos verdaderamente quedarnos aislados?,pregunta Bob Boothby, antiguo secretario privado de Churchill en el parlamento. A fin de cuentas, la soberanía nacional desenfrenada sigue siendo la causa principal de los más espantosos desastres que nos han acaecido en este siglo de pesadilla”.Gran Bretaña no debe quedarse fuera. … Será mucho mejor para nosotros participar en las discusiones que quedarnos a un lado y permitir que los acontecimientos se sucedan sin nosotros….Advierte Churchill que si Gran Bretaña se abstiene de intervenir, existe el riesgo de que el bloque europeo se convierta en una fuerza neutral, equidistante de Moscú y de Washington; y eso sería un desastre.
El mundo entero se mueve hacia la interdependencia de las naciones. Todos percibimos a nuestro alrededor el convencimiento de que esa es nuestra mejor esperanza. Si la soberanía independiente e individual es tan sacrosanta e inviolable, ¿por qué estamos todos comprometidos con una organización mundial? Este es un ideal al que debemos incorporarnos. ¿Cómo se explica, si no, que hayamos aceptado la inmensa obligación de defender Europa Occidental, comprometiéndonos como nunca nos habíamos comprometido antes en la fortuna de países no protegidos por las olas y las mareas del Canal? ¿Cómo se explica, si no, que hayamos aceptado vivir bajo la munificencia de los Estados Unidos, pasando a depender financieramente de ellos? Esto solo puede justificarse porque a ambos lados del Atlántico se percibe que la interdependencia es parte integrante de nuestra fe y de nuestros medios de salvación. Durante un año luchamos solos contra la tiranía, y no solo por motivos nacionales. Es verdad que nuestras vidas dependían de ello, pero no menos cierto que luchamos mejor porque estábamos convencidos de que aquella no era solamente nuestra causa, de que en 1940 y 1941 la bandera británica ondeaba por una causa que pertenecía al mundo entero. El soldado que entregaba la vida, la madre que lloraba a su hijo y la esposa que perdía a su marido hallaban consuelo y se sentían vinculadas con lo universal y eterno por el hecho de estar luchando por algo que era precioso no solo para nosotros, sino para toda la humanidad. El Partido Conservador y el Partido Liberal declaran que la soberanía nacional no es inviolable y que puede verse firmemente reducida en aras de que todos los hombres de todas las tierras se organicen en un hogar común. 

Churchill en Zúrich en 1946

Churchill parece haber expresado por primera vez su concepto de la unión europea en 1930, tras un viaje por los Estados Unidos en que quedó muy impresionado por la ausencia de fronteras y aranceles y por el modo en que el mercado único contribuía al desarrollo económico. Entonces publicó un artículo titulado “Unos Estados Unidos de Europa”; de hecho, se considera que fue él quien acuñó la frase. En octubre de 1942, en lo más profundo de la guerra, le escribió a Anthony Eden una carta en la que esbozaba su visión del mundo de posguerra. Lo mejor que cabía esperar eran unos “Estados Unidos de Europa”, excluida Rusia, en los que las barreras entre las naciones de Europa se verían “minimizadas y en los que se haría posible viajar sin restricciones”. En Zúrich, en 1946, Churchill dijo: Hemos de construir unos Estados Unidos de Europa… La estructura de los Estados Unidos de Europa, si se constituye verdaderamente bien, habrá de ser tal que haga menos importante la fuerza material de cada Estado… Si en principio no todos los Estados de Europa están dispuestos o pueden incorporarse a la Unión, debemos sin embargo proceder a juntar y combinar a los que sí quieren y pueden.



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