domingo, 21 de febrero de 2016

La verdad del partido esta por encima de la Verdad.

Con la expulsión de los diputados del Partido Popular por defender la reforma de la ley del aborto, me viene a la cabeza Simone Weil cuando manifiesta que si alguien, miembro de un partido, está absolutamente resuelto a no serle fiel en todos sus pensamientos sino a la luz interior exclusivamente y a nada más, no puede hacer conocer esta resolución a su partido. En relación a él se encuentra en estado de mentira. Se trata de una situación que no puede ser aceptada sino a causa de la necesidad que fuerza a encontrarse en un partido para tomar parte eficazmente en los asuntos públicos. Pero entonces esta necesidad es un mal, y hay que ponerle fin.

Supongamos un miembro de un partido (diputado, candidato a la diputación, o simplemente militante) que tome en público el siguiente compromiso: Cada vez que examine cualquier problema político o social, me comprometo a olvidar absolutamente el hecho de que soy miembro de tal grupo, y preocuparme exclusivamente de discernir el bien público y la justicia. Semejante lenguaje sería muy mal recibido. Los suyos y muchos otros incluso lo acusarían de traición. Los menos hostiles dirían: ¿Por qué entonces se adhiere a un partido? ,confesando así ingenuamente que con entrar en un partido se renuncia a buscar el bien público y la justicia exclusivamente. Este hombre sería expulsado de su partido, o por lo menos perdería su investidura; seguramente no sería elegido.


Pero de hecho, salvo excepciones muy raras, el hombre que entra en un partido adopta dócilmente la actitud mental que expresará más tarde por medio de las palabras: “Como miembro del Partido Popular, como socialista, pienso que…”. ¡Resulta tan cómodo! Porque esto no es pensar. No hay nada más cómodo que no pensar.

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