lunes, 22 de febrero de 2016

La conexión saudí.



Washington después de la subida del precio del petróleo en 1.973 llego a un acuerdo con los saudíes para que garantizasen el aprovisionamiento de petróleo en volumen y precio. 

A cambio de esta garantía,cuenta el profesor John Perkins,Washington ofrecería a la Casa de Saud un acuerdo irresistiblemente seductor:Estados Unidos se comprometía a darle pleno apoyo político y militar, con lo que aquélla perpetuaría su dominio sobre el país. Era un trato al que la Casa de Saud prácticamente no podía negarse, teniendo en cuenta su ubicación geográfica, su debilidad militar y su vulnerabilidad, en todos los sentidos, frente a vecinos como Irán, Siria, Iraq e Israel.

A finales de 2003 la U. S. News & World Report publicó un exhaustivo estudio titulado “La Conexión saudí”. La revista había revisado miles de páginas de actas judiciales e informes de la inteligencia estadounidense y de otros países, entre otros documentos, y entrevistado a docenas de funcionarios públicos y expertos en terrorismo y en el Oriente Próximo. Entre sus resultados figura lo siguiente: Las pruebas eran innegables. Arabia Saudí, veterano aliado de Estados Unidos y primer país productor de petróleo del mundo, se había convertido de algún modo, como ha dicho un alto funcionario del departamento del Tesoro, en el epicentro de la financiación terrorista . A partir de finales de la década de 1980 ,después del doble trauma de la revolución iraní y de la guerra de los soviéticos en Afganistán,las organizaciones benéficas cuasioficiales de Arabia Saudí se convirtieron en fuente principal de fondos para el rápido crecimiento de la yihad. 

Seducidos por la generosidad saudí, los funcionarios estadounidenses miraron para otro lado, según declaran algunos oficiales de inteligencia. Miles de millones de dólares en contratos, subvenciones y salarios han beneficiado a un amplio grupo de ex funcionarios estadounidenses en tratos con los saudíes: embajadores, jefes locales de la CIA e incluso secretarios de Estado.

En octubre de 2003 la revista Vanity Fair publicó informaciones no reveladas con anterioridad en un trabajo de investigación titulado “Salvando a los saudíes”. Dichas relaciones databan por lo menos de la época del caso del blanqueo de dinero árabe saudí, iniciado en 1974, y de la actividad de George H. W. Bush como embajador ante Naciones Unidas (1971-1973) y como director de la CIA (1976-1977). 

Lo sorprendente era que la prensa se hubiese enterado por fin. Vanity Fair concluía: La familia Bush y la Casa de Saud, que son las dos dinastías más poderosas del mundo, mantienen estrechos vínculos personales, de negocios y políticos desde hace más de veinte años.En el sector privado, los saudíes sacaron de dificultades a Harken Energy, la petrolera en que participaba George W. Bush. Más recientemente, el ex presidente H. W. Bush y su veterano aliado el ex secretario de estado James A. Baker III intervinieron cerca de los saudíes a fin de allegar fondos para el Carlyle Group, probablemente el fondo de inversiones privado más grande del mundo. 


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