He tomado en el bar un cafe después de comer. Había comido solo en casa y me apetecía charlar con los amigos del barrio. Encontré a Enrique, el psiquiatra y Don Juan, el cura, tomando su cafetito. En cuanto me vieron me llamaron para que me uniese a ellos.
Hablaban del dolor y del sufrimiento. Después de comentar que existen medios en la medicina para quitar el dolor al enfermo,pasaron a hablar sobre el sentido del sufrimiento, que es distinto al dolor.
Don Juan, mientras pide otro café,nos cuenta a Enrique y a mi que en el cristianismo se encuentra la respuesta al sentido del sufrimiento del hombre.
Si el cristiano,comenta Don Juan, que sufre por amor puede hacerlo cabalmente su sufrimiento podrá no ser exactamente un mal menor, sino que hasta podrá convertirse en un bien positivo, porque al sufrir por amor se pondrá en armonía con el Dios que es Amor y que ha mostrado lo que Él es por lo que Él hizo, por su Encarnación y su Crucifixión. Al seguir el ejemplo de Dios, el cristiano puede ayudar a despertar en otras almas un amor concordante con el suyo.
Volví a casa pensando que repuestas que el hombre busca y no encuentra por si mismo, preguntas que le llevan a la desesperación,sus respuestas están a quinientos metros de su casa, en el Tabernáculo de la parroquia.
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