domingo, 28 de febrero de 2016

Cuando las horas ruedan vacías a lo largo de la eternidad.




Contemplando los movimientos de ciertos personajes en estos últimos días, así como a ciertos creadores de opinión recuerdo aquellas palabras de Martin Descalzo en su libro “La frontera de Dios” cuando narra: si Judas hubiera tratado con nosotros y no con Cristo, hubiera terminado entendiéndose. Hoy sería un banquero y sería gordo, y no amarillo y esquelético como suelen pintarle. Y ¡qué esquela más “cristiana” hubieran publicado los periódicos a su muerte!

Hay fuerzas que dominan el arte de seducir nuestro lado oscuro, decía Ferrándiz, los deseos y las pasiones que ningún humano, ni siquiera un monje, es capaz de controlar totalmente.Somos criaturas incompletas por faltarnos algo o haber renunciado a ello.


Hay quien tiene la visión de intuir las carencias de quienes le rodean y saben hurgar en ellas. No son tantas y diferentes en cada hombre, solo hace falta conocerlas y saber sacar partido. No se analiza la bondad de las acciones si no la utilidad de las mismas.Lo importante es conseguir el fin que se persigue.Poder, riqueza, venganza, sangre, sexo…

Cuanto vacío puede quedar en la vida del hombre tanto por acción como por omisión. Vuelvo a José Luis Martín Descalzo cuando narra:Si fuera cuestión de pecados sabría que todo es muy sencillo. Levantarías tu mano y todo se habría concluido. Pero es algo mucho peor, hijo: con todas tus absoluciones no podrás devolverme un minuto de los que perdí. Y la gloria que debió darse a Dios y no se dio, se quedará perdida por todos los siglos de los siglos.


¿Cómo devolveré a las venas de Cristo la sangre que se fue inútilmente? Yo tenía una misión: llenar de fuego las horas de mi vida. Pues bien, esas horas irán rodando a lo largo de toda la eternidad, y rodarán vacías, dando vueltas y vueltas en torno a mí, sin que nadie, ¡ni Dios!, pueda llenarlas de sentido.

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