sábado, 3 de septiembre de 2016

La globalización del comercio.

La agilización del comercio y los transportes permite que productos de una parte del mundo sean consumidos con mayor facilidad que nunca por otra parte. Hay artículos extranjeros que, sin entorpecimientos arancelarios, resultan más baratos que los nacionales. 

Multinacionales.
Un hecho muy frecuente en la era de la globalización es la inversión de una empresa en un país distinto a aquel en que tiene su sede social. Así se han formado las grandes multinacionales, con sucursales o centros subsidiarios repartidos por todo el mundo, dice el profesor Comellas. La inversión de una empresa de un país rico en un país pobre tiene la ventaja de que significa una forma de industrialización de este último, y el empleo de una mano de obra que de otro modo no hubiera encontrado una forma de trabajo especializado. Tiene el inconveniente de que los salarios son más bajos que los que por el mismo trabajo se pagan en un país desarrollado, y de que esa mano de obra, aunque se torna más cualificada y recibe una remuneración superior a la de otro trabajo de modesto nivel en su mismo país, detrae a los mejores trabajadores de otras labores tal vez necesarias para la sociedad en que viven. 

Cafetales.
Respecto de la agricultura, se destaca el hecho de que en zonas del tercer Mundo, de escaso nivel de desarrollo, muchos agricultores se esfuerzan en producir café, cacao, plátanos, soja, para venderlos a bajo precio al extranjero, restando mano de obra para los cultivos tradicionales que suele reclamar su propia sociedad. Lo mismo puede decirse de productos mineros, como el coltán, una aleación de niobio y tantalio, fundamental en las formas de tecnologías más avanzadas en el campo de la electrónica, el 80 por 100 de cuyos yacimientos se encuentran al este de la República del Congo, pero cuyos naturales son incapaces de utilizar. La globalización puede ser así una ventaja y un inconveniente. Los técnicos no se han puesto de acuerdo sobre el predominio de una condición sobre la otra. 


Gonzalo Anes
Los países atrasados mejoran lentamente su nivel de vida, pero la explosión demográfica, la defectuosa distribución de bienes y la corrupción de las clases dirigentes  no permiten en muchos de ellos el desarrollo que hubiera sido de esperar. Gonzalo Anes, historiador y economista, estima, en líneas generales, que “a pesar de las sombras y de las miserias, la mundialización ha permitido que viva más y mejor un progresivo mayor número de habitantes en este planeta”. La opinión más extendida, y, sobre todo, la más combativa, tiende a valorar muy negativamente el fenómeno de la globalización. Las estimaciones más sensatas parecen de acuerdo en que la globalización en sí, en cuanto facilidad para vender la producción propia, transportarla a cualquier parte, adquirir tecnología, pedir préstamos, etc., es positiva, y puede revertir en un desarrollo también global. Sin embargo, una serie de obstáculos se oponen a este desiderátum; tanto por parte de los países subdesarrollados, cuyos líderes malgastan las subvenciones que reciben (un caso sangrante fue Etiopía que vendió a la India el trigo que le regalaron, para comprar armas), como por parte de las empresas multinacionales, y las que obtienen concesiones de extracción, cuyo egoísmo parece menos perdonable.

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