viernes, 13 de mayo de 2022

Una fría y lenta rivalidad en la que faltan tanto el coraje de la guerra como la seguridad de la paz

La guerra no es el único negocio de la vida, escribe Samuel Johnson; rara vez ocurre, y bien sea por bueno o por juicioso, todo hombre anhela ver disminuir todavía más su frecuencia. La conducta que deja ver designios de hostilidades futuras, si no atiza la violencia, siempre dará pábulo a la maldad; se ve constreñida a excluir para siempre confianza y amistad y a prolongar, por un avieso intercambio de injurias indirectas, una fría y lenta rivalidad en la que faltan tanto el coraje de la guerra como la seguridad de la paz.



Para el Dr. Johnson disculpar a un pirata puede ser ofensivo para el género humano; pero ¿cuánto mayor es el crimen de abrir un puerto para poner a salvo a todos los piratas? El contrabandista no es más digno de amparo; como dice Narborough, si comercia por la fuerza, es un pirata; si lo hace en secreto, no es más que un ladrón. A quienes rechazan honestamente su comercio, él los odia como obstáculos que son a sus ganancias; y a aquellos con quienes trata, los estafa porque sabe que no se resolverán a protestar.

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