sábado, 7 de mayo de 2022

Estamos en el punto más elevado de la perfección del mal extremo


¿Qué era distinto en el siglo XX? Ciertamente,dice el profesor Carlos  Gradín, las tecnologías en que se basaban las armas de destrucción masiva (nucleares, biológicas, y químicas) eran poderosas, y las armas eran una enorme amenaza. Pero fabricar armas nucleares requería, al menos por un tiempo, acceso tanto a materiales muy escasos, a veces inconseguibles, como a información altamente protegida; los programas de armas biológicas y químicas también tendían a requerir actividades a gran escala. Las tecnologías del siglo XXI (genética, nanotecnología, y robótica) son tan poderosas que pueden impulsar clases enteramente nuevas de accidentes y abusos. Todavía más peligroso, por primera vez estos accidentes y abusos están al alcance de individuos o grupos reducidos. No requerirán gran infraestructura ni materiales con complicaciones. El conocimiento bastará para poder usarlas. Así, tenemos la posibilidad ya no sólo de armas de destrucción masiva sino de destrucción masiva habilitada por el conocimiento, siendo esta destructividad ampliada enormemente por el poder de la autoreplicación. No es una exageración decir que estamos en el punto más elevado de la perfección del mal extremo, un mal cuya posibilidad va más allá de la que las armas de destrucción masiva le daban a los estados-nación, y que alcanza niveles sorprendentes y terribles de acumulación de poder en manos de individuos aislados.



En 1981 el documental The Day After Trinity, Freeman Dyson repasó las actitudes científicas que nos llevaron al precipicio nuclear: “Lo he sentido yo mismo. El brillo seductor de las armas nucleares. Es irresistible si te acercas a ellas como científico. Sentir que está ahí en tus manos, liberar esta energía que alimenta a las estrellas, hacer que siga tus planes. Ejecutar estos milagros, elevar un millón de toneladas de rocas al cielo. Es algo que le da a las personas una ilusión de poder ilimitado, y es, en algún sentido, responsable de todos nuestros problemas, esto, que podrías llamar arrogancia tecnológica, y que se apodera de las personas cuando ven lo que pueden hacer con sus mentes”.

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