miércoles, 18 de mayo de 2022

Producimos los alimentos suficientes para alimentar a cada ser humano en este planeta

Lo más aterrador de los niños subalimentados, dice el periodista Nicholas D. Kristof, hablando de lo que vio en Guinea Bissau, es que “no lloran, no sonríen ni se mueven. No muestran ningún signo de miedo, sufrimiento o interés. Son pequeños zombis arrugados que eliminan todas las operaciones no esenciales para emplear hasta la última caloría en mantenerse vivos”. El Banco Mundial calcula que la extensión de la desnutrición pudo haber causado en 2008 que 44 millones de niños sufrieran daños físicos o mentales permanentes. No se trata tan solo del África Subsahariana y del sudeste asiático. Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, en 2008 un total de 17 millones de niños norteamericanos, el 22,5 por ciento del total, vivía en hogares en que la alimentación no estaba asegurada. La situación se ha agravado con el aumento del precio de los alimentos.


Roger Thurow, investigador principal para la agricultura global y la política alimentaria del Consejo de Asuntos Globales de Chicago, opina que “producimos los alimentos suficientes para alimentar adecuadamente a cada ser humano en este planeta; el hecho de que cerca de mil millones de personas pasen hambre implica una dura condena del sistema mundial de distribución de alimentos”.Cuando nos aproximamos a la realidad de los mecanismos que engendran el hambre nos encontramos con que las alzas de precios de estos últimos años están asociadas al aumento de las operaciones de derivados sobre alimentos realizadas por bancos y fondos de inversión norteamericanos y europeos, en una escala que no tiene nada que ver con los tradicionales contratos de futuros sobre las cosechas, escribe Josep Fontana. En la medida en que los precios de los alimentos suben,“tanto más dinero acude al mercado, y tanto más aumentan los precios”.

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