Es difícil no sospechar que tapar la corrupción pudo ser un móvil poderoso para que los líderes catalanes corruptos desencadenaran el desafío separatista. Tras una larguísima investigación fiscal y policial, Jordi Pujol confesó que mientras gobernó Cataluña durante tres décadas había amasado una fortuna. Su numerosa familia participó en la tarea como una organización. El procés cap a la independencia dificultó la investigación y persecución de la corrupción. El procés corrompió a la política, sociedad y economía catalanas. Naturalmente, el despilfarro, la malversación y la corrupción tienen un coste. El coste total tiene dos componentes: 1) el coste formal, de descomposición del Estado de derecho; y 2) el coste material, los recursos sustraídos a competencias legales y al servicio de los ciudadanos. El coste en recursos puede estimarse en su vertiente microeconómica (contando cada componente del presupuesto desviado de su uso legítimo) y en su vertiente macroeconómica. Los recuentos del fraude separatista en los presupuestos públicos cifran la cantidad sustraída cada año en unos 6.300 M €. Desde la vertiente macroeconómica, el coste del despilfarro, subvenciones ideológicas,competencias impropias, corrupción y malversación puede cifrarse en un 15 % del presupuesto total de la Generalitat, aun cuando suponer que el 85 % se gasta adecuadamente sea muy dudoso, escribe Ferran Brunet i Cid que es profesor de Economía Aplicada en la Universitat Autònoma de Barcelona, docente e investigador en Economía Europea.
Añade Ferran que la quiebra del Estado de derecho en Cataluña ha dado lugar a un período de grave inestabilidad, que dura ya más de una década, que ha afectado a la competitividad de la región y al atractivo y papel de Barcelona como gran ciudad europea. En el otoño de 2017, la “llei de desconexió”, el “referéndum”, la “declaració d’independència” y la “proclamació de la república catalana” agudizaron la huida de empresas, depósitos y bancos, la zozobra de la inversión, particularmente de la inversión extranjera, la contracción del comercio con el resto de España, contracción del turismo y la caída en el empleo. En lugar de Espanya ens roba, lema adaptado y explotado por el separatismo, ahora es meridiano que El procés ens roba el entendimiento, la convivencia, el trabajo, las inversiones, la libertad y el futuro de los catalanes. La profunda inestabilidad política en la que está inmersa Cataluña desde hace más de una década tiene, sin duda, efectos graves, profundos y duraderos.Un indicador podría ser el siguiente, en el ranking europeo de competitividad, entre 281 regiones, Cataluña está hoy en la posición 161, mientras que Madrid está en la posición 98; en 2010, Cataluña estaba en la posición 103.
Además de la acción de partidos separatistas, de las administraciones públicas catalanas que trabajan al servicio de los objetivos separatistas y de la influencia social de los medios de comunicación que actúan a la orden del gobierno catalán dominado por el separatismo, se dan otras circunstancias que contribuyen a los objetivos del separatismo, movidas o estimuladas por las propias administraciones públicas y los medios de comunicación que controlan. Hay dos elementos que pueden destacarse: la promoción del catalán con el objetivo de que se convierta en la única lengua hablada en Cataluña y empleada por sus instituciones; y la internacionalización del “conflicto”. El procés ha traído también el hundimiento de la inversión extranjera en Cataluña. La inversión extranjera recibida por Madrid entre 2010 y 2019 fue cuatro veces la que recibió Cataluña. Y tras el intento de golpe separatista de octubre de 2017, Cataluña está recibiendo quince veces menos inversiones extranjeras que Madrid.
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