viernes, 29 de abril de 2022

Todo presente es el último momento del pasado


Todo presente es, simplemente, el último momento del pasado y una actual consecuencia de esa tradición, y no puede entenderse sin su memoria y conocimiento, escribe el filólogo Carlos García Gual. La tradición cultural de Europa se caracteriza por su evolución crítica y liberal, que tiene mucho que ver con la revisión de los valores humanistas grecolatinos y cristianos. Esa tradición no es tan sólo intelectual, sino que lleva consigo una estética y una ética. Prescindir de la tradición culta es ingenuo y, en sentido muy propio, una invitación a la barbarie.


A diferencia del de las ciencias en el mundo de las letras, el pasado mantiene una pervivencia indiscutible. Desconocerlo es reducirse a un necio provincianismo. Abrir horizontes es una de las indiscutibles virtudes de la literatura. Escribió Vargas Llosa, en un libro sobre la decadencia de la cultura que las ciencias progresan, como las técnicas, aniquilando lo viejo, anticuado y obsoleto, para ellas el pasado es un cementerio, un mundo de cosas muertas y superadas por los nuevos descubrimientos e invenciones. Las letras y las artes se renuevan pero no progresan, ellas no aniquilan su pasado, construyen sobre él, se alimentan de él y a la vez lo alimentan, de modo que a pesar de ser tan distintos y distantes, un Velázquez está tan vivo como Picasso y Cervantes sigue siendo tan actual como Borges o Faulkner.

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