sábado, 30 de abril de 2022

Se acumularon todos los horrores de todos los tiempos

Mientras era secretario de Estado para la guerra (1919-1921), Winston Churchill escribió en una hoja con membrete de la Oficina de Guerra el siguiente mensaje: “Se acumularon todos los horrores de todos los tiempos, y no solo los ejércitos, sino poblaciones enteras, fueron arrojados a ese abismo. Los Estados participantes, de elevada cultura, creyeron, no sin razón, que estaba en juego su existencia misma. Ni los pueblos ni los gobernantes impusieron limites a los sucesos que según creían, podrían ayudarlos a vencer. Alemania, que había desatado las fuerzas del infierno, se desenvolvía bien en ese ámbito de terror, pero fue seguida paso a paso por las naciones desesperadas y, en definitiva, vengadoras, a las que había asaltado. Todas las ofensas contra la humanidad y el derecho internacional fueron contestadas con represalias, a menuda o a mayor escala y durante más tiempo. Ni treguas ni parlamentos atenuaron la lucha de los ejércitos. Los heridos morían entre lineas; los muertos se descomponían en el suelo. Naves mercantes, barcos neutrales y barcos hospitales fueron hundidos en el mar y los que estaban a bordo fueron abandonados a su destino o murieron en el agua. Se realizaron los mayores esfuerzos para imponer la sumisión mediante el hambre a las naciones, sin importar ni edad ni sexo. La artillería destruyó ciudades y monumentos. Las bombas arrojadas desde el aire cayeron indiscriminadamente. Muchos tipos de gas venenoso asfixiaron o dañaron de manera irreparable a los soldados. Sobre los cuerpos se proyectó fuego liquido. Los hombres cayeron del cielo envueltos en llamas o se asfixiaron lentamente en los oscuros recesos del mar. La capacidad de combate de los ejércitos se vio limitada sólo por el número de hombres de los respectivos paises. Europa y grandes extensiones de Asia y Africa se convirtieron en un dilatado campo de batalla, en el que, después de años de lucha, no solo los ejércitos sino también las naciones se desintegraron y dispersaron. Cuando todo concluyó, la tortura y el canibalismo fueron los dos únicos recursos que los estados cristianos, civilizados y científicos se privaron de usar; en realidad su utilidad era dudosa”.

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