La evolución de las legiones marcó, entre otras razones, la sustitución de la República romana por un Imperio. El cambio de ciudadanos a profesionales hizo que la cultura militar variara de manera radical, ya que los soldados dejaron de brindar su lealtad a Roma para tenerla hacia su comandante. Así, los militares más capaces dispusieron cada vez de más fuerza, y los conflictos entre estos y el Senado se incrementaron de forma gradual. Finalmente, Julio César desafió abiertamente y derrotó al Senado, en lo que llamamos Guerra Civil romana. Pese a que fue asesinado antes de convertirse en primer emperador de Roma, la situación ya no tenía punto de retorno, y finalmente en las primeras décadas del siglo I d. C. Augusto se hizo con la corona imperial. De este modo, Roma se aseguró la eficiencia militar, pero a cambio de sufrir largos períodos de inestabilidad y rebeliones. Al contrario de lo que pasó durante la República, a partir de las reformas de Mario cualquier comandante con poder y lealtad suficiente de sus tropas podrá desafiar al emperador.
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