Afirmaba también Séneca en sus Epístolas morales a Lucilio: “Hay que guardarse de estas dos cosas: el miedo al porvenir y el recuerdo de antiguos males. Estos últimos ya no me conciernen y el porvenir aún no me concierne”. No son sólo los “antiguos males” los que echan a perder la vida presente de quienes pecan de falta de sabiduría, sino que, paradójicamente, pueden incluso ser más nocivos los recuerdos de los días felices que hemos perdido irremediablemente y que “nunca volverán”.
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