El valor moral de un ser humano no depende de sus dones o de talentos naturales, sino del uso que haga de ellos, de su libertad, y no de su naturaleza, es una idea que el cristianismo regaló a la humanidad. El cristianismo aportó la idea de que la humanidad es esencialmente una y que todos los hombres son iguales en dignidad, idea inaudita en épocas anteriores y que nuestro universo democrático heredará en su totalidad.
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