La ley eterna y su trasunto la ley natural son inconmutables y universales. La ley humana está condicionada a las situaciones de la vida y cambia con los tiempos. Pero también ella encuentra su medida en la ley eterna. Es justa y legítima la ley temporal en cuanto deriva de la ley eterna. La ley impera la justicia. Una ley injusta no sería ley. Las leyes injustas son más bien nulas: nam mihi lex esse no videtur, quae iusta non fuerit. Todo lo que es justo procede de la ley eterna. Su imperio no es exterior y despótico; por el contrario, expresa el orden vivo y la paz de todas las cosas, sancionados por la Sabiduría creadora y ordenadora del universo.
Referencia: Historia de la Ética de Victoria Camps.
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