“El bioterrorismo consiste básicamente en el empleo de microorganismos dotados de gran capacidad invasiva en el ser humano, los cuales pueden provocar la aparición de graves enfermedades con tendencia a manifestarse en forma de epidemias. Si los microorganismos que se pueden emplear en bioterrorismo son varios, de todos ellos hay dos que preocupan especialmente por su elevada mortalidad, el bacilo del carbunco o ántrax y el virus de la viruela. Pocos meses después del terrible atentado múltiple de las Torres Gemelas de Nueva York y otros en territorio estadounidense, que tuvieron lugar el fatídico 11 de septiembre de 2001, un caso de bioterrorismo mantuvo en alerta a Estados Unidos durante semanas. Lo que inicialmente se creía que era un grupo terrorista islámico envió siete cartas con esporas de ántrax a diferentes lugares del país norteamericano. Uno de los primeros casos se detectó en Boca Ratón, en Florida, y el enfermo falleció de forma fulminante. En total hubo 22 personas infectadas, de las cuales cinco fallecieron. Poco a poco la sensación de pánico se fue generalizando y se temió que se pudieran producir nuevos casos en otros puntos del planeta. Afortunadamente estos augurios no llegaron a cumplirse y la alerta por ántrax desapareció tal y como había surgido. La viruela es otra de las enfermedades a las que se alude cuando se piensa en bioterrorismo, se trata de una enfermedad erradicada en todo el planeta desde 1977 y que, por tanto, no figura en las campañas de vacunación de ningún país. Sin embargo, el virus responsable de la enfermedad no ha sido erradicado, se guardan cepas del microorganismo en dos laboratorios, uno en Siberia (Rusia) y otro en Atlanta (Estados Unidos). Existe la duda razonable de que el virus haya sido “adquirido” por otros países y que pueda ser utilizado como arma biológica. La magnitud de esta alerta sanitaria hizo que en el año 2005 la OMS ampliase a 2,5 millones la producción de dosis de vacuna contra la viruela, una cifra muy elevada teniendo en cuenta que la enfermedad no existe”, escribe Pedro Gargantilla,profesor de la Universidad Francisco de Vitoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario