Nuestra cultura moderna empuja a las personas a dejarse gobernar únicamente por la sensibilidad, y eso conduce a muchas formas de inmadurez, es decir, de esclavitud. Cuando la relación con otro, por ejemplo, no se fundamenta más que en el placer que nos procura, se está en el infantilismo puro y simple. La verdadera libertad consiste en amar al otro, me complazca o no; la fidelidad cueste lo que cueste, escribe Jacques Philippe.
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