martes, 19 de septiembre de 2017

Tenemos incluso impuesto para respirar.

Tenemos impuestos para todo. Tenemos impuestos de basuras, impuestos de residuos que se cobran a todas las empresas aunque no generen residuo alguno, impuesto de bienes inmuebles, impuesto para circular, para aparcar, para tener vehículo, para que esté revisado.Tenemos incluso impuesto para respirar, dice Fernando Trias de Bes. De hecho, hay varios impuestos relacionados con el aire de la atmósfera. Uno que pagas sin enterarte grava los gases de los aires acondicionados porque utilizan gases con flúor que producen efecto invernadero y son perjudiciales para la capa de ozono. Cuando una cosa es perjudicial, en lugar prohibirla, o de invertir en tecnología con el fin de erradicar sus efectos secundarios, lo que hace el estado es gravarla con impuestos.

Hay capítulos verdaderamente injustos, como el impuesto sobre el patrimonio o el impuesto de sucesiones. Si una persona tiene un cierto patrimonio, es porque ha logrado apartar un ahorro. Pero previamente habrá tributado. Es decir, gana un dinero y paga el impuesto directo. De lo que le queda, paga todos los impuestos y arbitrios estatales, regionales y municipales. Pagado todo ello, decide invertir, pongamos, en un inmueble. Paga el impuesto sobre el valor añadido del mismo en el momento de la compra; paga cada año el impuesto sobre bienes inmuebles, basuras, etc. El patrimonio podría ser definido como lo que le queda a un ahorrador tras pagar todos los impuestos. ¿Qué hace el Gobierno sobre esa cuantía? ¡Poner un impuesto!


Hay gobiernos que cuando se aproximan elecciones reducen impuestos y aumentan déficit. Es una forma facilísima de engañar al pueblo y a los votantes. Nos congratulamos de la bajada de impuestos y tendemos a votar a ese partido de nuevo, sin saber que, simplemente, ha obtenido un anticipo de nuestros impuestos a través de la emisión de deuda pública. Sencillamente, esos impuestos los cobrarán más adelante.

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