martes, 27 de diciembre de 2016

Obediencia a la ley.

Ada Colau
En el programa “El Objetivo”, la periodista y presentadora Ana Pastor entrevistaba a la alcaldesa de Barcelona Doña Ada Colau. La presentadora pregunta a la alcaldesa si obedece a la ley.  Doña Ada Colau contestó que obedecía todas las leyes siempre que respeten los derechos humanos. 

Tomas de Aquino 
Santo Tomas de Aquino hubiese estado conforme con la alcaldesa y habría rematado diciendo: “La ley humana es tal en cuanto está conforme con la recta razón y, por tanto, deriva de la ley eterna. En cambio, cuando una ley está en contraste con la razón, se la denomina ley inicua; sin embargo, en este caso deja de ser ley y se convierte más bien en un acto de violencia”. Y añade: “Toda ley puesta por los hombres tiene razón de ley en cuanto deriva de la ley natural. Por el contrario, si contradice en cualquier cosa a la ley natural, entonces no será ley sino corrupción de la ley”.

Juan Pablo II en la Evangelium Vitae añade que la función de la ley civil consiste en garantizar una ordenada convivencia social en la verdadera justicia, para que todos podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad. Seguro que en este punto también está conforme la alcaldesa de Barcelona, según se desprende de la entrevista.

Sin una base moral objetiva,dice Juan Pablo II, ni siquiera la democracia puede asegurar una paz estable, tanto más que la paz no fundamentada sobre los valores de la dignidad humana y de la solidaridad entre todos los hombres, es a menudo ilusoria. 

Juan Pablo II
La ley, en los mismos regímenes participativos se produce con frecuencia en beneficio de los más fuertes, que tienen mayor capacidad para maniobrar no sólo las palancas del poder, sino incluso la formación del consenso. En un situación así, la democracia se convierte fácilmente en una palabra vacía.

La democracia no puede mitificarse convirtiéndola en un sustitutivo de la moralidad o en una panacea de la inmoralidad. Fundamentalmente, es un  ordenamiento y, como tal, un instrumento y no un fin. 

El carácter moral de una ley no es automático, sino que depende de su conformidad con la ley moral a la que, como cualquier otro comportamiento humano, debe someterse; esto es, depende de la moralidad de los fines que persigue y de los medios de que se sirve.


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