Según estudios realizados un hombre no pierde primero la fe por un problema doctrinal y luego se casa con una mujer divorciada; una mujer no pierde primero su fe y luego empieza a usar anticonceptivos. El orden cronológico suele ser el contrario.
Nadie puede actuar de una forma distinta a su forma de pensar, al final la “cabeza” justifica los actos aunque estos sean contrarios a la verdad.
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