lunes, 5 de diciembre de 2016

¿Quien realmente hundió el Lusitania?

El 1 de mayo de 1915 el RMS Lusitania, de la compañía Cunard Steamship, con capacidad para dos mil trescientos pasajeros y novecientos tripulantes, zarpa del puerto de Nueva York con destino al puerto inglés de Liverpool. El Lusitania lleva a bordo 1.959 pasajeros, de los que 136 son norteamericanos. En su registro consta que también transporta víveres. En el almirantazgo de Londres existe una sala en la que, sobre unos enormes mapas oceánicos, se registra la posición de los navíos con destino a las islas Británicas. El oficial del servicio secreto naval Joseph Kenworthy le señala a Churchill que el HMS Juno, el crucero al que se ha encomendado la escolta del Lusitania por las peligrosas aguas irlandesas, carece de diseño estanco, lo que lo inhabilita para la lucha antisubmarina. Al oficial le preocupa este hecho porque se tienen noticias de que ronda aquellas aguas el submarino alemán U-20, que lleva hundidos tres barcos. Churchill se lo piensa y tres días después decide que el HMS Juno regrese a puerto. O sea, que deja al Lusitania sin escolta, abandonado a su suerte. El 7 de mayo de 1915, el Lusitania navega en medio de una niebla espesa por las aguas peligrosas de Irlanda. En el puesto telegráfico de la nave se suceden las comunicaciones del almirantazgo. 7.50: “Submarinos en acción frente a la costa meridional de Irlanda”. Una hora después: “A todos los barcos ingleses: tomen al piloto de Liverpool en la barra y eviten los promontorios. Pasen a toda velocidad por los puertos. Naveguen por medio del canal. Submarinos en aguas de Fastnet…”. 12.30: “Desviarse a queenstown”. 12.40: “Submarino a cinco millas de cabo Clear. Se dirigía hacia el oeste a las 10.00 horas”. Alarmado, el capitán del Lusitania altera el rumbo para acercarse a la costa. La niebla se va despejando y el familiar promontorio de Kinsale se dibuja en la lejanía. El levantamiento de la niebla también favorece la visibilidad de Walther Schwieger, comandante del submarino U-20, que avista el gigantesco navío desde su periscopio y anota en su bitácora: “Frente a nosotros aparece un cuatro chimeneas y dos mástiles […] Sigue curso perpendicular al nuestro virando desde Galley Head. Parece un buque de pasajeros de grandes dimensiones”. 14.05: “El vapor vira a estribor, rumbo a queenstown, lo que facilita nuestro acercamiento para lanzar torpedos. Navegamos a gran velocidad para colocarnos en posición al frente”. Al U-20 le queda un único torpedo. A las 14.12 lo dispara desde setecientos metros de distancia. El torpedo, de seis metros de largo, equipado con una ojiva de 160 kilos de TNT, impacta en el costado del Lusitania bajo su línea de flotación. La bitácora del submarino anota: “Alcanzado por el disparo en la banda de estribor detrás del puente. Se percibe una detonación seguida de otra fuerte explosión. Una gigantesca nube que se eleva. Debe de haber habido, además de la explosión del torpedo, otra cosa (caldera, carbón o municiones transportadas). La nave se detiene y se escora rápidamente. Al mismo tiempo, se hunde cada vez más a proa… Parece que el barco permanecerá a flote muy poco tiempo”. Comprobado el estropicio, el submarino se sumerge a veinticinco metros y se aleja del lugar. El capitán del Lusitania ha ordenado poner rumbo a tierra, pero la gigantesca nave escora tan rápido que pronto las hélices giran inútilmente fuera del agua. Los despavoridos pasajeros no pueden mantenerse en pie en la cubierta. Con esa inclinación es muy difícil arriar los botes salvavidas. Algunos caen bocabajo, otros vacían su carga humana antes de tocar el agua. De los 48 botes, sólo seis se lanzan correctamente. En dieciocho minutos la nave se va a pique a diez kilómetros de la costa, arrastrando consigo a 1.198 pasajeros. Sólo se han salvado 761. 

Oleada de indignación en los EE. UU. En el naufragio han perecido más de un centenar de estadounidenses. La opinión pública norteamericana reacciona con indignación ante la noticia de la muerte de sus compatriotas en el torpedeamiento del transatlántico. Los periódicos califican el acto como “crimen de lesa humanidad y de atentado contra el derecho de gentes”. Los votantes americanos empiezan a considerar la conveniencia de ajustarles las cuentas a esos bárbaros alemanes que no se detienen ante nada. Por si quedara alguna duda, los alemanes, en lugar de disculparse por el incidente y lamentar la pérdida de vidas humanas, condecoran al comandante del U-20 con la Cruz de Hierro. El presidente de Estados Unidos envía una nota de protesta tan enérgica que el káiser escribe al margen: “De lo más impertinente: vejatoria”, pero ordena restringir la lucha submarina y prohíbe atacar buques de pasajeros sin previo aviso y sin antes poner a salvo a los civiles que viajen a bordo. No irritemos a los americanos, que están buscando un pretexto para declararnos la guerra. El gobierno estadounidense tardará todavía dos años en declarar la guerra a Alemania (lo hará el 2 de abril de 1917). Una de las razones esgrimidas entonces será precisamente el caso del Lusitania, que la prensa subvencionada por los británicos se encarga de mantener vivo en la memoria popular. 

Se ha especulado que Churchill expuso deliberadamente la nave al submarino alemán para inclinar a favor de la intervención en la guerra a la opinión pública estadounidense. Pudiera ser. Parece que, al comienzo de la guerra, Winston Churchill inspeccionó el Lusitania, anclado en el puerto de Londres para clasificarlo como nave de la flota de reserva (susceptible de armarse y participar en la guerra); y, cuando se le hizo ver que no estaba diseñado para soportar un torpedo, Churchill respondió cínicamente: “¡Mejor, así tenemos un cebo vivo de cuarenta y cinco mil toneladas!”. También se ha señalado que la segunda explosión que se percibió en el barco podría haber procedido de la munición almacenada en su bodega. Hoy se ha confirmado lo que los alemanes sospecharon entonces;que transportaba abundante material de guerra cuya existencia conocía y aprobaba el presidente Wilson. Eso explica que, en el periodo de entreguerras, la armada inglesa usara el resto de la nave naufragada del  Lusitania como blanco para sus prácticas con torpedos. Intentaba eliminar las pruebas de que el barco transportaba material de guerra.


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