lunes, 6 de agosto de 2018

Para Marx la concentración del poder absoluto en manos de un hombre era una aberración histórica.

Marx.
Para Marx la concentración del poder absoluto en manos de un hombre era, en cualquier contexto (ya fuera en la Francia burguesa o en la bárbara Latinoamérica) una aberración histórica. Marx no solo abjuraba del poder personal. Lo incomodaba también su propio poder personal. Mucho tiempo después de sus escritos sobre Napoleón III y Bolívar, en noviembre de 1877, diez años después de publicado el primer volumen de El capital, Marx escribió a Guillermo Bloss que “Engels y yo no damos un penique por la 
Engels.
popularidad. Como prueba de ello citaré, por ejemplo, el siguiente hecho. Por repugnancia a todo culto a la personalidad, durante la existencia de la Internacional, nunca permití que se publicaran los numerosos y molestos mensajes que recibía de diversos países en reconocimiento de mis méritos. Nunca los respondimos, salvo para amonestarlos. La primera afiliación mía y de Engels a la sociedad secreta de los comunistas se realizó bajo la única condición de que se eliminara de los estatutos todo lo que contribuyese a la postración supersticiosa ante la autoridad”. 

Marx había sido mucho más que un iniciador y un visionario de la historia; Marx había cambiado la Historia del mundo, pero el papel trascendental que tuvo en ella no incluía el culto al poder unipersonal, el culto a los héroes, menos aún el culto a sí mismo, explica Enrique Krauze.


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