domingo, 19 de agosto de 2018

Buscar la felicidad en triviales cosas mundanas es una equivocación.

Las riquezas, el poder y el honor no sirven de nada puesto que tal como llegan, se van. Nadie debería basar su felicidad en unos cimientos tan frágiles. La felicidad ha de provenir de algo más sólido, algo que no te puedan quitar. El filosofo romano Boecio   creía que seguiría viviendo después de la muerte, buscar la felicidad en triviales cosas mundanas era una equivocación. Al fin y al cabo, las perdería todas al morir. Entonces, ¿dónde puede Boecio encontrar la verdadera felicidad? La respuesta de la Filosofía es que la encontrará en Dios o la bondad (que en realidad son la misma cosa). Boecio era cristiano, pero esto no lo menciona en La consolación de la filosofía. El Dios que describe la Filosofía podría ser el de Platón, la pura Forma de la bondad. Lectores posteriores, sin embargo, reconocerían las enseñanzas cristianas acerca de la inutilidad del honor y las riquezas y la importancia de centrarse en satisfacer a Dios.

La Filosofía, la mujer de la celda de Boecio, tiene algunas respuestas. Sí disponemos de libre albedrío, dice ella. Eso no es una ilusión. Aunque Dios sepa lo que vamos a hacer, nuestras vidas no están predestinadas. O para decirlo de otro modo, el conocimiento de Dios de lo que vamos a hacer es distinto a la predestinación (esto es, la idea de que no tenemos elección acerca de lo que vamos a hacer). Todavía podemos elegir lo que vamos a hacer a continuación. El error es pensar en Dios como si fuera un ser humano y contemplara el desarrollo de los acontecimientos de un modo lineal. La Filosofía le explica a Boecio que Dios es atemporal; se encuentra fuera del tiempo. Esto significa que Dios tiene conocimiento de todo en un instante. Ve el pasado, el presente y el futuro a la vez. Los mortales vivimos un acontecimiento detrás de otro, pero no es así como Dios nos ve. La razón por la que éste puede conocer el futuro sin anular nuestro libre albedrío y convertirnos en una especie de máquinas preprogramadas sin poder alguno de decisión es que no nos observa en ningún momento temporal determinado. Lo ve todo de golpe y de un modo atemporal. Y no deberías olvidar, le dice la Filosofía a Boecio, que Dios juzga a los seres humanos por cómo se comportan y por las elecciones que toman, aunque sepa de antemano lo que van a hacer. Si Dios existe y la Filosofía tiene razón, sabe exactamente cuándo voy a terminar esta frase; sin embargo, todavía depende de mi libre albedrío terminar justo aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario