sábado, 25 de agosto de 2018

En la vida moderna líquida, las relaciones son un asunto ambiguo.

Somos consumidores en una sociedad de consumo. La sociedad de consumo es una sociedad de mercado; todos hacemos compras y estamos en venta; todos somos, de manera alternativa o simultánea, clientes y mercancías. No es de extrañar que el uso/consumo de las relaciones no tarde en ponerse a la altura del patrón de uso/consumo de coches, repitiendo el ciclo que empieza con la adquisición y termina con la destrucción de residuos. La convivencia dura,
en Gran Bretaña, un promedio de dos años. El 40% de los matrimonios en Gran Bretaña acaban en divorcio.En Estados Unidos, la proporción es de uno de cada dos y sigue creciendo. Hugh Wilson sugiere que a mucha gente, en estas circunstancias, le parece razonable eso de pasar una ITV anual o dos veces al año, toda vez que “mantener una relación en porciones semestrales forma parte de una tendencia hacia el pensamiento a corto plazo entre las parejas aparentemente comprometidas”.

Zygmunt Bauman dice que en esta vida “moderna avanzada” o moderna líquida, las relaciones son un asunto ambiguo y tienden a ser los focos de una ambivalencia sumamente aguda y desgarradora. El precio por el compañerismo que todos deseamos fervientemente es, de modo invariable, una renuncia a la independencia, por mucho que deseáramos el primero sin la segunda.La ruptura  es una expectativa razonable, algo en lo que hay que pensar de antemano y que hay que estar preparado para afrontar. 


Tal como lo expresa Hugh  Wilson, los miembros sensatos de la pareja desearán, por consiguiente, incorporar desde el comienzo sencillas cláusulas “de salida”; queremos que el momento de la salida sea lo más indoloro posible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario