martes, 23 de octubre de 2018

El deseo de ser padre o madre no justifica el disponer del cuerpo de una mujer y apropiarse de la vida de un niño.



Mas de 28 organizaciones francesas, otras tantas argentinas, seis británicas, seis suecas, cinco italianas, tres mexicanas, tres australianas y varias de Estados Unidos, India, Bélgica, Alemania, Holanda, Canadá, Tailandia, Camboya, Perú, República Dominicana y la española Recav,se oponen a la influencia efectiva de la ONU y de dos de sus agencias (el fondo de población y el alto comisionado para los derechos humanos), que presionan a gobiernos del mundo, especialmente de países en desarrollo, para que legalicen la maternidad subrogada, aunque en términos de “altruismo”. Para Recav, como para cualquier conocedor del problema, no existe esa realidad. Es un eufemismo que conducirá en la práctica a nuevas formas de tráfico de mujeres y de niños.

Al cabo, señala el preámbulo de la moción, la maternidad subrogada consiste en una expropiación específica de la capacidad reproductiva de la mujer. Implica un control severo de su vida durante el embarazo. Pone en peligro su salud física y psíquica para satisfacer el deseo de terceros. En definitiva, el deseo de ser padre o madre no puede ser elevado a derecho individual que justifique disponer del cuerpo de una mujer y apropiarse de la vida de un niño. Se convierten en “objeto” de un contrato mercantil, dentro de un “mercado” que mueve ya miles de millones de dólares y camina, de hecho, hacia prácticas de eugenesia.

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