martes, 30 de octubre de 2018

El conocimiento de los propios orígenes.

Neurocirujano Eben Alexander
Eben Alexander, neurocirujano estadounidense y profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, escribe en su libro autobiográfico que “por extraño que pueda parecer, al conocer a mi familia biológica, me sentí, por primera vez en mi vida, como si las cosas estuviesen realmente bien. La familia es algo muy importante y yo había recuperado la mía... o al menos en su mayor parte. Fue la primera vez que pude constatar hasta qué punto el conocimiento de los propios orígenes puede ejercer sobre una persona un efecto terapéutico inimaginable. El hecho de saber de dónde venía, mis orígenes biológicos, me permitió ver y aceptar cosas de mí mismo con las que nunca habría soñado. Al conocer a mi
familia pude desprenderme al fin de la última y persistente sospecha que había llevado conmigo sin siquiera ser consciente de ello, la de que, viniera de donde viniese desde el punto de vista biológico, no me habían querido. De manera subconsciente había llegado a aceptar que no merecía ser querido. Es más, que ni siquiera merecía existir. Descubrir que me habían querido desde el principio inició un proceso de curación interior a todos los niveles. Me sentí más completo que en toda mi vida”.

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