jueves, 13 de octubre de 2016

Gran Hermano.

Gran Hermano
Nos sentamos a ver, absortos, encantados, hechizados, y transportados, la próxima entrega de Gran Hermano, El rival más débil, Superviviente o cualquiera que sea la última versión de telerrealidad. Todas ellas nos cuentan la misma historia: que, salvo unos cuantos ganadores solitarios, nadie es realmente indispensable; que un ser humano les sirve a otros seres humanos únicamente en la medida en que pueda ser explotado en provecho de estos; que el cubo de la basura, destino final de los excluidos, es la expectativa natural para aquellos que ya no encajan o que ya no desean ser explotados de semejante forma; que supervivencia es el nombre del juego de la convivencia humana y que la apuesta máxima de la supervivencia consiste en sobrevivir a los demás.


El Gran Hermano de los reality shows televisivos se preocupa exclusivamente de dejar fuera a los hombres y las mujeres sobrantes: los no aptos o menos aptos, los menos inteligentes o los menos entusiastas, los menos dotados y los menos ingeniosos.


exclusión
La preocupación del nuevo Gran Hermano es la exclusión; detectar a las personas que “no encajan” en el lugar en el que están, desterrarlas de ese lugar y deportarlas “al sitio al que pertenecen” o, mejor aún, no permitir que se acerquen lo más mínimo. El nuevo Gran Hermano suministra a los oficiales de inmigración listas de personas a las que no deberían permitir entrar y a los banqueros la lista de la gente a la que no deberían dejar ingresar en la categoría de los solventes. Instruye a los guardias acerca de a quiénes deberían detener en la puerta y no permitirles que entren en la comunidad encerrada. Incita a los vigilantes a que identifiquen y pongan de patitas en la calle a merodeadores y holgazanes, forasteros fuera de lugar. Ofrece a los propietarios circuitos cerrados de televisión, para mantener alejados de la puerta a los indeseables. Es el santo patrón de todos los gorilas, tanto al servicio de un club nocturno como del Ministerio del Interior.

un ser humano les sirve a otros seres humanos únicamente en la medida en que pueda ser explotado

detectar a las personas que “no encajan” en el lugar en el que están, desterrarlas de ese lugar y deportarlas “al sitio al que pertenecen” o, mejor aún, no permitir que se acerquen lo más mínimo

mantener alejados de la puerta a los indeseables

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