martes, 12 de abril de 2016

Miguel Angel, Julio II y la Capilla Sixtina.

Capilla Sixtina
Miguel Angel realizó la obra heroica de la Capilla Sixtina, pero a precio de desesperados esfuerzos. Poco faltó para que lo abandonase todo y huyera. Creía que estaba a punto de morir. Acaso lo hubiera deseado. El Papa se irritaba por sus lentitudes y por su obstinación en ocultarle su trabajo.

Ascanio Condivi fue discípulo de Miguel Angel y su biógrafo.Escribió “Michelangelo Buonarroti” en 1553 cuando el artista tenía 78 años.

Cuenta Condivi que “un día como Julio II le hubiese preguntado cuándo terminaría la capilla, Miguel Ángel le respondió, según acostumbraba: “Cuando pueda”. El Papa, furioso, le pegó con su bastón, repitiendo: “¡Cuando pueda! ¡Cuando pueda!”. Miguel Ángel corrió a su casa e hizo sus preparativos para marcharse de Roma. Pero Julio II le envió un mensajero que le llevaba 50 ducados, le apaciguó todo lo que pudo y disculpó al Papa. Miguel Ángel aceptó las excusas”. Pero al día siguiente volvían a empezar. El Papa, cierto día, acabó por decirle colérico: “Pero ¿es que tienes ganas de que te haga tirar desde tu andamio al suelo?”. Miguel Ángel tuvo que ceder; mandó que quitaran el andamiaje y descubrió la obra el “día de Todos los Santos”, de 1512. La esplendente y sombría fiesta que recibe los fúnebres reflejos de la fiesta de los Difuntos, era adecuada para la inauguración de esa obra terrible, rebosante del Espíritu del Dios que crea y mata, Dios devorador, en que se lanza impetuosamente, como un huracán, toda la fuerza de vivir.



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