martes, 7 de noviembre de 2017

La voluntad no está expuesta a ladrones.

Epícteto dice que controlamos nuestras convicciones. Podrá parecer un campo de control muy limitado, pero esta pequeña ventana constituye la base de la libertad, la autonomía y la soberanía humanas. Según Epícteto, tenemos que aprender a ejercitar nuestro poder sobre nuestros pensamientos y convicciones. Es nuestro dominio soberano. En esto somos reyes, siempre que optemos por ejercer nuestra soberanía. En lo que pensamos y creemos tenemos siempre elección. Los estoicos hacían hincapié en que nadie puede obligarnos jamás a creer en algo contra nuestra voluntad. Si sabemos resistir, nadie podrá hacernos un lavado de cerebro. Dijo Epicteto: “La voluntad no está expuesta a ladrones”.

Dolor emocional.
Echamos la culpa de lo que pensamos al mundo exterior, a nuestros padres, a nuestros amigos, a nuestra pareja, a nuestro jefe, a la economía, al medio ambiente, al sistema de clases… y también en este caso acabamos colmados de amargura, impotencia, victimismo y descontrol, sintiéndonos a merced de las circunstancias externas. De estos dos graves errores se derivan muchas enfermedades mentales y trastornos emocionales, escribe el filosofo británico Jules Evans. Las personas depresivas reprochan a menudo su mal humor a factores externos. Echan la culpa al pasado, o a sus padres, o a sus compañeros de trabajo, o a la economía, o a la política mundial. Desisten constantemente de cualquier responsabilidad sobre sus propias convicciones y emociones, pero solo les sirve para sentirse más impotentes, con menos control y más deprimidos. Según un estudio realizado en 2010 por el Instituto de Psiquiatría sobre la salud mental de los soldados británicos destinados en Irak y
Afganistán, la causa principal de sufrimiento emocional entre las tropas no tenía nada que ver con el combate, sino con las llamadas telefónicas de sus mujeres, que se quejaban de los problemas que tenían en casa, problemas que ellos nada podían hacer por resolver. La sensación de descontrol, de no poder ayudar a los seres queridos, es más desmoralizadora que cualquier bomba talibán. Sin embargo, como dice Epicteto, podemos vencer nuestros sentimientos de impotencia y desesperación recordándonos lo que podemos controlar y lo que no.

La Oración por la Serenidad leída al final de todas las reuniones de Alcohólicos Anónimos. Dice así: “Señor, dame serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que puedo cambiar, y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro”.

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