lunes, 23 de octubre de 2017

Justicia comunista.

Jemeres rojos entrando en Phnom Penh
Lo que narro es un suceso real que en su momento escribió un periodista, como notario de la historia de la humanidad:
Tras la muerte de su mujer, un padre criaba solo a su hija de cinco años. Una mañana, mientras estaba arando, encontró dos caracoles en la tierra húmeda. Los mostró con orgullo a su hija, que se había quedado en el talud. En plena hambruna, era un verdadero tesoro. En el momento en que se guardaba los caracoles en el bolsillo, se aproximaron unos jemeres rojos. Era un individualista, un enemigo del Angkar. Lo golpearon y lo ataron a un poste, junto al arrozal.
El genocidio de los Jemer Rojo en Camboya
Pasaron las horas. La temperatura se volvió insoportable. El hombre gemía. Las hormigas trepaban por su cuerpo, a cientos y luego a miles. Invadieron su boca y su garganta, sus orejas y sus ojos. El hombre se retorcía y gritaba tanto como podía y se desplomó. Entonces se acercó una campesina, tomó de la mano a la niñita que llevaba ahí desde la mañana y le dijo: “Ven conmigo”. Las dos fueron hasta el pueblo andando.

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