viernes, 15 de diciembre de 2023

¿Quién puede decir con certeza que con un grito de auxilio la respuesta de la muerte es la correcta?

El filósofo francés Luc Ferry hablando de la eutanasia en un artículo que publicó Le Figaro escribe que “todo el mundo sabe que la enfermedad, o incluso la mera inclusión en un entorno hospitalario, es un factor notable de la depresión, cuyo primer síntoma es una mayor indiferencia hacia la propia vida: ¿es razonable, en estas condiciones, allanar el camino para el suicidio asistido? Las encuestas realizadas entre médicos en una decena de países occidentales muestran que más del 40% de ellos se han enfrentado a solicitudes de eutanasia. ¿Cuántos han respondido favorablemente? Nadie lo sabe, pero estas cifras muestran como mínimo que su práctica podría volverse más común si se legalizara, o incluso se fomentara.”
Añade que “tanto más como la tesis de los defensores de la “muerte digna” implica por su propio título que la dignidad humana está ligada a la autonomía y que, en la extrema dependencia psíquica y física o vejez y enfermedad. A veces puede hundirnos, esta dignidad podría de alguna manera perderse. Un ser humano sería a sus ojos indigno porque debilitado, su miserable estado lo habría privado de la belleza, el vigor y el encanto de la juventud en plena salud. Es esta convicción la que es indigna, de hecho repugnante. ¿Puede un ser humano perder su dignidad? Sin duda, por su culpa, comete infamias, ciertamente no porque sea viejo o esté enfermo”.
“Lejos de abogar a favor de esta autonomía individual ideal que santifican los partidarios del suicidio asistido, la apelación verdaderamente desesperada al otro muestra que, en este asunto, es esencialmente dependiente psicológica, moral y espiritualmente; de ​​lo contrario, además, excepto en el los casos más pequeños donde es físicamente imposible, y que uno evoca como si pudieran justificar una ley universal, simplemente se suicidaría sin apelar a los demás. De repente, es el problema ético de la respuesta brindada el que debe considerarse fundamental, mucho más que la verificación obsesiva de la calidad de la solicitud. ¿Quién puede decir con certeza que con un grito de auxilio la respuesta de la muerte es la correcta? Al menos lo dudaré. Basta pensar en los que amamos para estremecerse ante la idea de que, un día de desesperación, puedan caer en nuestras manos”.


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